Eduardo Galán y Darío Adanti son fundadores de la revista Mongolia y hoy ponen en escena "Mongolia El musical 2.0".

-¿Cómo nace el primer espectáculo de Mongolia?

-Eduardo Galán (E. G.) A raíz de que nosotros en las presentaciones de la revista veíamos que los asistentes se lo pasaban muy bien, por lo que se nos ocurrió trasladar la revista al teatro para que tuviera una entidad propia y el público lo disfruta en un ambiente más adecuado. Lo más complicado fue trasladar el tono satírico y bestia de la revista al escenario.

-Además poca experiencia tenían sobre la escena.

-E. G. Darío y yo carecíamos de experiencia pero sí en el latrocinio y la estafa (risas). Está gustando porque ya nos han venido a ver más de 30.000 personas.

-Darío Adanti (D.A.) Todos los que hacen humor ya sea escrito, dibujado o en televisión tendrían que hacerlo en teatro. Nos ha cambiado nuestra visión de cómo hacer chistes. Tú en tu casa puedes escribir un chiste que te parece muy gracioso pero no compruebas si gusta de manera directa algo que sí sucede en el teatro. En nuestros espectáculos nos gusta más que se espanten y hagan "¡uhhh!" Al ver la reacción, los silencios? te das cuenta de dónde tienes que poner una palabra. El teatro nos ha ayudado a llegar a crecer profesionalmente porque no tienes red.

-Es un musical sin música y sin baile.

-E. G. Es un espectáculo en el que Darío y yo llegamos a la Tierra para explicar España. Hay sketch intercalados con vídeos de los principales temas que abordamos en la revista, monarquía, política o religión.

-D. A. Lo hemos denominado "Mongolia El Musical 2.0" gracias a Javier Coronas que nos vino a ver en una de las primeras funciones y que nos dijo que le pusiéramos musical porque no tiene música. Además en el teatro podemos hacer muchos más chistes que en la revista. Nos hemos dado cuenta que la gente en las redes sociales están muy incendiadas y que luego en la vida real entienden el contexto del chiste. El humor no tiene que tener límites.

-Sin embargo ahora la sociedad limita y condiciona el humor

-E. G. Sí nos hemos dado cuenta de que entendamos menos el humor y la ficción. Se toman más las cosas al pie de la letra, no se tiene en cuenta la ironía. Estamos creando una sociedad de gente hipersensible que no distingue que los mensajes tienen varias lecturas y que dependen de quién lo diga. Por eso Mongolia el musical es como un espacio de libertad donde el público compra la entrada y hay un acuerdo tácito en el que nosotros decimos de todo y lo vamos a pasar muy bien. Dejemos fuera las pieles sensibles y las tonterías que están tan de moda en las redes sociales y como ejemplo la polémica del cartel de la Feria del Libro de Zamora que es ridícula porque en mi opinión es una imagen inocente que alude al ángel de lectura. De repente nos volvemos una sociedad pacata.

-D.A. Nos hemos vuelto demasiado listillos, que no es lo mismo que inteligentes, y queremos ver perversión en todos los lados cuando está en los ojos que miran y culpamos de la perversión al otro cuando está en nosotros mismos.

-Y de esos ustedes saben mucho por sus polémicas portadas.

-E. G. Efectivamente. La sátira hace confrontar a la sociedad con un espejo grosero y cabrón que no nos gusta nada. Siempre nos piden respeto y mesura cuando la sátira desde la antigua Grecia es lo contrario, es ver las cosas desde un punto de vista contrario al poder. En esta sociedad que está acostumbrada a anuncios en los que eres el mejor y una publicación que te dice que todos somos gilipollas, que los políticos se están llevando la pasta, que te están recortando la sanidad y los derechos sociales y sin embargo tú estás más preocupado por si en el metro se abren las piernas.

-Su humor no es para gente sensible y que se ofenda con facilidad.

-D.A. Lo importante de nuestro espectáculo no es el humor sino la opinión política que contiene que a veces no se entiende y puede que ofenda. La gente cuando lo ve en directo entiende y lee mejor el mensaje que a través de un tuit.

-Por lo tanto ¿somos muy limitados?

-E. G. Sí, lo somos y también cuando leemos. Además vivimos en una sociedad que está bombardeada de mensajes y no puedes pedir a alguien que está todo el día trabajando que se pare a analizar una imagen o un comentario, por eso se incendian las redes.