Dicen las definiciones filosóficas que en la izquierda política confluyen las doctrinas que buscan el progreso integral del individuo en un ambiente de libertad, justicia e igualdad. La obra de Delacroix "La libertad guiando al pueblo", alegoría de la Revolución Francesa, muestra al sagrado principio democrático como una mujer con los pechos al aire. Hubo un tiempo en que atisbar una liga femenina, "toujours la femme" que dirían también los franceses, qué una liga, un tobillo, no digamos nada de las rodillas de la era post Mary Quant, era motivo para flagelarse y correr al confesionario para expiar lo que la Iglesia, colocada más a la derecha, entendía como "pensamientos impuros". Quién iba a decirle a Marx y al Pablo Iglesias original que un día serían aquellos que supuestamente son herederos de sus pensamientos los que se iban a fustigar verbalmente no por una cuestión de discurso ético o de reparto de la riqueza, sino por un culo, un culo femenino obviamente.

Vivimos tiempos de confusión en los que resulta difícil establecer la línea de la libertad conscientemente ejercida por la mujer y la que representa su sometimiento al papel al que la relegaron el machismo y el patriarcado reinante durante siglos. Como en todo, la cuestión es más de sentido común que de debate ideológico, pero la temperatura entre los partidarios del Podemos zamorano y la Izquierda Unida oficial, gobernante en el Ayuntamiento de la capital en coalición con el PSOE, ha hecho trascender lo que podría ser una mera anécdota, en un símbolo de la división traumática que vive la izquierda. Después de leer una de las últimas publicaciones en Facebook del alcalde, Francisco Guarido, en apoyo al no menos contundente discurso de la concejala de Cultura, María Eugenia Cabezas, solo cabe concluir que la izquierda, más que a partir un piñón, está como para partirse el culo, con perdón de la expresión. Lo que está en juego en medio de una discusión que puede llevarse hasta el absurdo, no es otra cosa que la autoridad moral de la izquierda, que vino a representar la protesta de Podemos al conocerse la ilustración de la Feria. Rápidamente calificó de machista por haber utilizado el cuerpo desnudo de una mujer como reclamo.

La contestación de la concejala ataca una crítica que, probablemente, realizada desde otra formación situada más a la derecha, hubiera cosechado un sinfín de calificativos de rancia a beatona. La progresía hubiera corrido a defender, entonces, al pobre autor de la fotografía que, en medio de la marabunta, señala que su única intención era artística. Pero no, esta vez vino de una formación situada a la izquierda y que en el Parlamento nacional está en plena sintonía con la dirección actual de Alberto Garzón en IU. Una posición que a los mandatarios zamoranos de la coalición, nunca han escondido, les escuece un tanto, y a otros, como el PSOE, les ha escaldado hasta arrebatarles millones de votos.

Lo que menos se ha valorado, en este caso, es el aspecto artístico, por mucho que en el jurado, como reiteraba ayer el alcalde, hayan participado profesores de la Escuela de Artes, entre otros. Seamos sinceros: la fotografía de Francisco Javier Domínguez tiene más bien poco que ver con los estereotipos que la publicidad tradicional nos restriega para vender de fragancias masculinas o femeninas a los números de la Lotería. Puede uno debatir sobre si el mérito artístico está o no logrado y hasta es muy probable que, a la hora de buscar recursos, pudieran encontrarse otros motivos para ilustrar el cartel pero de aceptar ese concepto de arte, no podemos ignorar que el desnudo, masculino y femenino, ha sido piedra angular a lo largo de la Historia. Y que repasando esta, los movimientos iconoclastas que se dedicaron a mutilar genitales de esculturas, quedaron más cerca del escándalo analfabeto que de los adalides de la progresía. ¿Debería El Prado ocultar la Maja Desnuda de Goya si existe una versión con corpiño y todo? Si Podemos hace alarde de Femen, cuyas integrantes, libremente, utilizan su cuerpo para protestar contra las prácticas machistas, si se apoyan sesiones de desnudo en reivindicación del comercio de pieles que amenaza con extinguir la biodiversidad del planeta, ¿por qué esta vez había que interpretar como machismo el cartel de la Feria del Libro? ¿Cuándo es lícito enseñar el culo y cuando no? ¿Hubiera cambiado algo si la foto fuera obra de una fotógrafa y el culo la terminación de una espalda masculina?

El autor de la foto, abrumado, explica que él quiso retratar un ángel con los libros como alas. Ahora que Podemos acaba de aprobar otorgar una medalla a la Virgen del Rosario en Cádiz, habrá que continuar con el catecismo y aclararles que los ángeles no tienen sexo. Por tanto, la atribución de género al culo mencionado es exclusivamente suya. Y ahora, vámonos a la Feria que me da que, a izquierda y derecha nos vendría mejor leer más y marcarse objetivos más altos, a ser posible de cintura para arriba.