Un lejano día de 1903 el historiador Manuel Gómez-Moreno y su mujer Elena Rodríguez trabajaban en la Catedral de Zamora inventariando los objetos artísticos de valor para redactar el Catálogo Monumental de la provincia, que vería la luz más de dos décadas después. Fue la propia Elena quien al introducir la mano en el relicario de la seo, encontró algo absolutamente inesperado: un excepcional bote de marfil que había permanecido en el más absoluto anonimato. Lo que pasó después con la delicada arqueta -la venta al anticuario Juan Lafora y la donación al Museo Arqueológico del que iba a ser destinatario final del recipiente, el americano Archer Milton Huntington- es una historia bien conocida. De hecho, el píxide se ha convertido en uno de los símbolos universales de la ciudad, más aún después de que fuera la pieza estrella de RemembranZa, la versión zamorana de Las Edades del Hombre en 2001. Pero, ¿es único el Bote de Zamora?

Desde hace semanas, cualquiera que haya paseado por los aledaños del Museo del Prado ya sabe que no. Enormes carteles murales muestran a tamaño gigante otro "bote" de marfil, similar al de Zamora. Se trata de la pieza que la Hispanic Society of America compró en España hace más de un siglo y que ahora expone en la pinacoteca nacional, convertido en santo y seña de la muestra temporal que ofrece los "tesoros" de la sociedad fundada por el propio Huntington para sacar brillo a la cultura hispana.

La extraordinaria colección de marfiles a la que pertenecen estas dos piezas fue producida bajo dominio musulmán "en dos talleres, en Medina Azahara durante la época califal, y en Cuenca, a la caída del califato en el siglo XI, cuando se desarrollan los llamados reinos de taifas", explica Sergio Vidal, conservador jefe de Antigüedades Medievales del Museo Arqueológico, que tiene "la fortuna" de conservar dos de aquellas producciones: el célebre Bote de Zamora y la arqueta de Palencia.

Para confeccionarlos, los artesanos "aprovechaban el cuerno, la parte más ancha de la defensa del elefante, cuyas dimensiones condicionan el tamaño final del bote, y cuentan con su propia tapa", señala Vidal. En realidad, no solo varía la envergadura de la pieza, sino también la decoración. El bote que exhibe con orgullo la Hispanic Society en el Prado presenta únicamente motivos vegetales mientras que el cilindro de Zamora retrata animales como pavos reales. El popular bote de al-Mughira -que se conserva en el Museo de Louvre de París y está considerado como una de las obras cumbres de su categoría- añade además la talla de figuras humanas.

Junto a estos cilindros se encuentran también las arquetas hispanomusulmanas, "piezas rectangulares con la cubierta troncopiramidal invertida. En ellas, el marfil se lamina y se acopla a la superficie de madera del recipiente", detalla Sergio Vidal. Es el caso de la mencionada pieza de Palencia, tallada en Cuenca, o la arqueta del monasterio de Leyre, que se conserva actualmente en el Museo de Navarra.

Pero, ¿qué función tenían estas urnas? "Eran objetos de lujo que se fabricaban en marfil, un material asociado siempre a las élites más pudientes", explican desde el Museo Arqueológico Nacional (MAN). De hecho, el Bote de Zamora fue el regalo del califa a Subh, la madre de su heredero. "En contextos cristianos fueron reutilizados mayoritariamente en el ámbito eclesiástico para almacenar reliquias o cualquier función relacionada con la liturgia, como custodiar las sagradas formas", añaden.

Aunque todas fueron talladas en la península, su destino fue dispar. El magnetismo y belleza de estas piezas las convirtieron en objeto de deseo de los anticuarios, quienes las hicieron circular en el potente mercado de antigüedades que comenzó a hacer estragos en nuestro país desde principios del siglo XX. Tal fue el caso de la Hispanic Society of America, que no dudó en hacerse con uno de estos píxides o cilindros para engrosar la colección privada de arte hispano más importante fuera de España.

En el Museo Arqueológico son conscientes de la magia que transmite una de las piezas que figura en el tríptico de obras maestras. "El Bote de Zamora figura en una vitrina tipo tótem, un expositor exento que puede rodearse y que está reservado para las piezas especiales", precisa Sergio Vidal. En el MAN además figura junto a un recurso interactivo que hace más provechosa la visita. El Bote es un pedazo de la historia de al Andalus, de aquellos increíbles talleres que fabricaron piezas de más de mil años que hoy siguen siendo codiciadas por los mejores museos del mundo.