Elaborar un calendario escolar que contente a padres, alumnos y profesores es misión imposible. Pero más lo es aún cuando está de por medio la Semana Santa, con una firme tradición en Zamora que alcanza a adultos y a niños. La medida implantada por la Junta de establecer las vacaciones entre el Miércoles Santo y el Lunes de Aguas ha puesto en pie de guerra a los sectores más acérrimos de la celebración. La mayoría habla alto y claro: quieren un calendario escolar acorde con las procesiones para fomentar la participación de los más pequeños en los desfiles sin que se resienta su rendimiento escolar.

Después de tres años consecutivos en los que las vacaciones de Semana Santa han coincidido con su celebración litúrgica, el próximo 2018 el calendario escolar prevé cambios que implican el inicio del periodo vacacional el Jueves Santo hasta el denominado Lunes de Aguas. Sin embargo, la decisión no ha gustado ni a órganos de cofradías ni a los propios cofrades, pero tampoco a los padres volcados en que sus hijos vivan la Semana Santa sin límites horarios ni las restricciones que implica tener clase al día siguiente. El cambio determinará que Lunes, Martes y Miércoles Santos, todos ellos con desfiles procesionales de peso en Zamora, sean jornadas escolares al uso. La propuesta alternativa es mantenerla como estos últimos ejercicios, es decir, de Viernes de Dolores a Lunes de Pascua, día después del Domingo de Resurrección.

Mientras algunos zamoranos prevén que «los actos semanasanteros se resentirán porque familias de otras provincias de Castilla y León no podrán venir a Zamora hasta el Jueves Santo», otros padres van más allá y aseguran que «lo único que conseguirán así es promover el absentismo escolar durante esos tres días y convertir las vacaciones en un periodo más largo todavía», apuntan algunos de los encuestados.

Los defensores del cambio en el almanaque festivo de los escolares -los menos en Zamora- o los que, simplemente, se muestran indiferentes ante la decisión argumentan que la religión «no tiene por qué influir en las decisiones académicas» y que «no tienen sentido alguno fijar el calendario escolar tomando como base una celebración tan subjetiva como la Semana Santa». La Consejería de Educación se apoya en «criterios exclusivamente pedagógicos» para explicar el cambio inicial. Busca así «un equilibrio entre el segundo y el tercer trimestre del curso», dado que los dos últimos trimestres del curso quedan así más compensados en cuanto a tiempos y ritmos. Según la propuesta, una vez transcurridas las vacaciones de navideñas, los estudiantes tendrán 56 días lectivos hasta que llegue el siguiente periodo de descanso. Después de la Semana Santa, a la gran mayoría de los alumnos les quedarán otros 51 días de clases.

En cualquier caso, el consejero de Educación en la Junta de Castilla y León, Fernando Rey, ha ofrecido una salida al conflicto que se preveía a cuenta del calendario escolar y la Semana Santa. Así, si una mayoría simple de centros de cada provincia solicita su modificación a través de las direcciones provinciales de Educación para hacerlas coincidir con la Semana de la Pasión, podrán hacerlo y recuperar esos tres días -lunes, martes y miércoles- durante el resto del curso. En este sentido, el consejero del área ha puntualizado que el comienzo de estas vacaciones se retrasa porque en 2018 la Semana Santa «llega antes». Con anterioridad era requisito imprescindible la unanimidad de los centros para cambiar sus fechas de vacaciones, pero el próximo año bastará con un número significativo de colegios.