La Policía Nacional tiene orden de buscar, detener e ingresar en prisión de inmediato a un zamorano imputado por el atraco a un repartidor de pizzas a punta de pistola, si bien el arma resultó ser falsa, para el que la Fiscalía Provincial exige 3 años y seis meses de cárcel, por utilizar un arma aunque fuera simulada para intimidar al empleado de la pizzería.

El joven imputado llamó al establecimiento para realizar un pedido de 50 euros, dinero que no pagó, puesto que cuando llegó el repartidor, una vez recogida la comida que él había encargado, sacó una pistola y encañonó a quien le había servido con la exigencia de que le entregara todo el dinero que llevaba encima. El trabajador de la pizzería le entregó los 41 euros que tenía en una cartera. El acusado, una vez localizado por la Policía y recluido, deberá permanecer en la prisión hasta que se celebre el juicio en el Juzgado de lo Penal y se dicte una sentencia en la que se determinará la pena de cárcel a imponerle, después de que atracara al repartidor.

La decisión de la magistrada se produce después de que el joven procesado por robo con intimidación no acudiera ayer a la vista oral que se había fijado para resolver esta causa, por lo que decreta la busca y captura del procesado para enviarlo directamente a Topas y asegurarse de que comparecerá en la próxima vista oral.

Otros casos

No es la primera vez que en los juzgados de Zamora se tramita un asunto de estas características, los atracos a pizzeros, aunque no habituales sí se han producido en otras ocasiones. El Juzgado de Menores investigó a un adolescente detenido en enero de 2015 como coautor de un asalto a un repartidor de un establecimiento de venta de pizzas, al que amenazó también con una pistola simulada para conseguir el dinero que el empleado llevaba encima. El Juzgado le acusó de cometer un delito de robo con violencia e intimidación, al haber utilizado un arma para que el repartidor de la pizzería accediera a darle todo lo que llevaba encima.

El adolescente también estuvo investigado por robar a mujeres en calles céntricas, actuaba con la cara tapada por una braga y con gorra, y se servía de una navaja para amenazar a las que se negaban a darle el bolso.