"Siempre habrá personas y lugares para los que un sueño siga siendo el tesoro más valioso del mundo. Y entre ellos estoy yo". Es la carta de presentación de Néstor Yuguero, un uruguayo de 51 años que desde hace tres tomó la bicicleta y decidió hacer kilómetros a favor de una causa. El primer proyecto fue la esclerosis múltiple, con 10.000 kilómetros recorridos, ocho meses de viajes y catorce países de Europa. El segundo fueron los desahucios, con una vuelta completa a España durante cinco meses y 150 sedes de Plataformas de Afectados por la Hipoteca visitadas, incluida la zamorana. Durante este tercer -y nunca último- proyecto, Yuguero asume el reto "De las Médulas a las Medinas", una ruta desde El Bierzo hasta Marruecos que le ha llevado estos días a Zamora para seguir la huella que implantó el joven Pablo Ráez.

A su juicio, "bajo la bandera de un proyecto solidario el mundo tiene más sentido y la dureza del viaje se vuelve más soportable". Desde que empezó a viajar en bicicleta de forma altruista y sin pedir nada a cambio, "he pasado hambre y frío, pero he recibido más muestras de solidaridad de las que podría agradecer, incluso por parte de personas que ni siquiera hablaban mi idioma". El uruguayo alude a "una rueda que debemos mantener girando".

Su llegada a España se remonta a 2001, unos meses antes del devastador "corralito", cuando decidió hacer las maletas y cambiar de país "en busca de un futuro mejor para mi hijo". El entonces niño de seis años tiene ahora 22 "y no nos equivocamos con la decisión, fue un acierto porque él tiene su vida hecha en España", cuenta. Tras trabajar "de todo lo que me era posible" durante años y la llegada de una nueva crisis, "estuve un mes en cama depresivo por el paro y decidí decir basta y pasar de ser un excluido social a un viajero". Mientras relata cómo pasa la noche en una tienda de campaña en mitad de un bosque, es consciente de que "para muchos es visto como una tragedia, sin embargo, para mí es fabuloso". Tanto es así que a sus antiguos amigos de Uruguay les dice: "Si ven al Néstor de los 20 años, decidle que está cumpliendo su sueño".

La venta de cuadros le permite continuar su periplo nómada de una ciudad a otra "sin más interés que difundir un bien común". Aclara que "yo nunca pido para mí, me da vergüenza, y si voy a ser hippy con el dinero de otros entonces no sería hippy sino un sinvergüenza".

Su parada en Zamora ha contado con el apoyo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, a cuyos representantes conoció el pasado año en su anterior proyecto, y el propio concejal de turismo, Christoph Strieder, es el que le ha instado a alojarse en el albergue de peregrinos.

Antes de abandonar Zamora, lanza una última reflexión: "Sé que soy un soñador empedernido y que en estos tiempos de materialismo enloquecido la mentira de que uno vale lo que tiene puede hacer parecer que valgo muy poco, pero yo me siento feliz así".