Con motivo del Día Internacional del Trabajo, que se celebra este 1 de mayo, el obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, ha dedicado su carta quincenal en la hoja diocesana Iglesia en Zamora a la necesidad de un “trabajo decente” en la línea de lo que expresa la Doctrina Social de la Iglesia y el magisterio de los últimos Papas.

El obispo ha querido destacar en esta carta, entre otras, la labor cotidiana de Cáritas Diocesana, en especial de su trabajo en el plano laboral con los resultados del Programa de Empleo y de su empresa Camino de Inserción.

Texto íntegro de la carta del Obispo de Zamora

Muy queridos amigos:Mañana, 1 de mayo, en muchos lugares del mundo se celebra el Día del Trabajo, por lo cual se vive como una jornada festiva y no laboral para reconocer, reivindicar y promover la dignidad, la necesidad y la relevancia del trabajo para la vida personal y social de todos los hombres y mujeres. La Iglesia también quiere destacar el gran significado del trabajo humano según el designio de Dios, honrando a San José Obrero, ejemplar trabajador manual, al que se le confía la protección de todos los trabajadores.Para la comprensión cristiana del hombre el trabajo tiene una destacada importancia, ya que, siguiendo las enseñanzas bíblicas, el ser humano, al ser creado a “imagen y semejanza” de Dios, es constituido originariamente como una criatura trabajadora. Así, todo hombre es un trabajador, dotado de inteligencia y fuerza, para que, ejercitando sus actitudes y habilidades, vaya cooperando en la obra creadora construyendo el mundo con la cotidiana y laboriosa aportación del trabajo de cada uno.Aunque mirando la realidad del mundo del trabajo comprobamos que esta bella imagen de la dimensión laboral constitutiva de todos los hombres en muchas situaciones y para muchas personas está lejos de alcanzarse. Así, la dignidad del trabajo humano se ve vulnerada de múltiples modos, uno de los cuales, con elevada presencia en nuestra sociedad, es la carencia de trabajo para muchos hombres y mujeres, incluso para familias enteras, de manera que la experiencia de no poder acceder a un trabajo repercute de modo negativo a nivel personal, familiar y social. De ahí que son sentimos urgidos a potenciar y reclamar que se haga frente al paro, y que se camine hacia la conciliación entre la vida familiar y laboral.También es necesario promover un “trabajo decente”, frente a las condiciones infrahumanas que sufren abundantes trabajadores en su ocupación. En este sentido el Papa Benedicto XVI nos recordaba en su encíclica Caritas in veritate que trabajo decente significa un “trabajo que sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer; un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores al desarrollo de su comunidad; un trabajo que haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación” (n. 63) Por tanto, sintiéndonos “co-creadores” con Dios para mejorar nuestro mundo, y, ejercitando nuestro particular trabajo con laboriosidad, procuremos que todos los trabajadores, realizando su actividad, crezcan cada día en responsabilidad y solidaridad.

Gregorio Martínez Sacristán