Solo dos años después de acabar los estudios, la fotógrafa Ruth Anderson (1893-1983) fue contratada por la Hispanic Society para emprender una serie de expediciones que la llevarían a retratar, entre otros lugares, la "vieja" Castilla. Si viviera, habría que preguntarle si su viaje a Zamora cambió su perspectiva de la cultura española tanto como hoy siguen impactando sus instantáneas. Lo cierto es que Anderson encontró en la provincia una mezcla ideal para su trabajo: historia y tradición.

Además de contactar con los retratistas locales para facilitar la exploración de la provincia y utilizar las localizaciones idóneas, la profesional americana utilizó su alojamiento de privilegio en el Hotel Suizo, ubicado en un costado de la Plaza Mayor. Desde allí, captó uno de los aspectos que más le impresionaron: las gentes de Zamora "en masa" amparando el espectáculo de las procesiones.

En realidad, Anderson decidió registrar con su cámara las procesiones del Jueves y Viernes Santo, aunque fueron los personajes, la indumentaria y los pasos de Ramón Álvarez durante la Mañana los que le impresionaron. En sus instantáneas del 2 de abril de 1926 quedaron inmortalizadas largas filas de espectadores al paso de La Elevación, La Caída o La Soledad, datos que acompañó en los créditos de las imágenes.

Pero hubo un hecho más singular aún. Conocedora de la tradición de representar en vivo la Pasión de Jesús en la localidad de Villalcampo -una ceremonia dramática hoy perdida-, Anderson pidió que se volviera a poner en escena en las calles del pueblo para así recoger las escenas en su trabajo documental.

En efecto, el 5 de abril de aquel año, Lunes de Pascua, los vecinos de Villalcampo encarnaron los personajes de Jesús, María, Caifás, Pedro o Herodes, ante el objetivo de la americana. Anderson destacó de la experiencia la sencillez del escenario de madera decorado por sábanas o los trajes empleados por los principales personajes del drama.

De aquel trabajo, hoy una joya, destaca la implicación de los vecinos y la viveza de sus representaciones, similar al ambiente que se respira en Bercianos. Escenas como la crucifixión o el instante en que María recoge a Jesús en su regazo fueron para la fotógrafa americana un antes y un después en su experiencia, su aventura, por la "vieja" Castilla.