Marcado por su infancia en el barrio madrileño de Vallecas, que le convirtió en un joven "cristiano y marxista", Luis Pastor continúa con su guitarra reivindicando desde el papel de los sindicatos, hasta los valores que deben insuflarse a los jóvenes o el levantamiento de la sociedad ante tanta corrupción política. A pesar de "lo negro" que se presenta el futuro inmediato en España, se considera "un tipo positivo" que aún tiene fe en la humanidad.

-¿Cómo ha visto evolucionar la sociedad española desde el escenario?

-La realidad ha cambiado tanto que antes había esperanzas y utopías y hoy día posiblemente no nos queda ninguna de las dos. El continente posiblemente haya cambiado, pero en cuanto al contenido de la vida, del ser humano, de lo que nos preocupa y se debate, sobre todo cuando uno es joven y no lo tiene claro, porque siente la angustia y se plantea las cosas desde su propio radicalismo, creo que en el fondo está reivindicando lo mismo que reivindicábamos nosotros: el derecho a ser feliz y libre y querer realizarse. En el fondo seguimos teniendo los mismos problemas y angustias de adolescentes, da igual la realidad que vivamos. Tenemos los mismos interrogantes y preguntas, aunque no sé si las mismas respuestas.

-¿Le marcó pasar su infancia en Vallecas?

-Eso determinó mi vida, porque yo era un niño y la existencia no depende de uno mismo, sino también de la gente con la que se encuentra, sus amigos o el colegio donde estudie. A mí me influenció absolutamente mi barrio Vallecas, siento que soy lo que soy por lo que viví esos años, como fue el sentimiento de comunidad, de compartir, de solidaridad, de generosidad. Vivimos el socialismo sin darnos cuenta, el camino hacia las utopías es lo que yo siento que vivió mi juventud. No nos importaba lo material ni el dinero, no había pretensión de hacer algo por los demás o por uno mismo para sacar rédito económico, alcanzar un sillón o una posición. Éramos puros, limpios y hasta ingenuos.

-Con 20 años se proclamaba cristiano y marxista, ¿esa combinación sería posible ahora?

-Con el papa Francisco vuelve a tener sentido esa realidad. Nosotros veníamos de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II, donde por primera vez la Iglesia se situó en el lado del pobre y asumió un discurso que tenía que ver con una ideología marxista que en el mundo en esos momento -sobre todo en América Latina- tenía una constatación que llegaba hasta hacer que curas cogieran las armas y se hicieran guerrilleros. Había una realidad en esos años que nos ponía por igual las figuras de Jesucristo y del Che Guevara. Compartíamos ambos pósteres en las habitaciones. Estábamos hablando sobre todo del compromiso humano, más allá de la religión o de dios. Jesucristo, como hombre, venía a simbolizar para los jóvenes el ejemplo de sacrificio absoluto, como también lo hizo el Che, que murió dando la vida por los demás, aunque fuera enarbolando un arma. En los barrios obreros en esos años multitud de jóvenes que veníamos del cristianismo más humano y nos formamos pasaron a militar los partidos de izquierdas.

-¿Esos barrios han desaparecido?

-Nuestros barrios fueron abandonados, aunque la realidad de la ciudad cambió por lo que conseguimos en aquellos años. Pero más allá de estos cambios, ha habido una dejadez en estos treinta años de formar en valores a los adolescentes y jóvenes. Se les ha formado en la televisión y la calle, pero no en las premisas en las que yo me formé sin tener estudios. En estos años era el momento de reunirnos y hablar, discutir y leer, de tener capacidad crítica y capacidad propia de pensamiento, de saber discutir en una asamblea. Todo eso es lo que no se ha hecho en estos años.

-El próximo 6 de mayo participa en un homenaje a CC OO en Villablino, ¿ha cambiado la visión que los ciudadanos tienen de los sindicatos?

-Los sindicatos, en los últimos diez años, han sufrido un ataque constante. Pero sigo pensando que son una herramienta que los trabajadores necesitan para defender sus derechos y reivindicarlos. Más allá de las grandes infraestructuras sindicales de estos años, que se convierten también en aparatos burocráticos, veo la necesidad del sindicato. Otra cosa es que haya abandonado su cultura, memoria, señas de identidad, música y poesía. Ese es mi discurso cuando les canto, les pregunto qué están haciendo. A través de los propios sindicatos se podría crear esa falta que hay en los barrios de lugares de encuentro de jóvenes.

-¿Qué labor deberían tener ahora?

-No sabemos cuál va a ser el papel de los sindicatos, estamos en un siglo que nos va a cambiar todo, vivimos en una realidad social, cultural y política que no sabemos hacia dónde va. No sabemos ni siquiera si la definición de trabajador va a ser la misma en este siglo. Los sindicatos tienen que despertar y ser la punta de lanza y la vanguardia de la clase trabajadora, para poder ir por delante.

-¿Considera que la sociedad española ha dado varios pasos atrás, teniendo en cuenta todo lo que se logró durante la Transición?

-Por supuesto, pero igual que el resto del mundo. Si la Declaración de los Derechos Humanos ya era un papel mojado, ahora es un papel roto. Los dirigentes que nos tocan en este siglo y que están mandando en las naciones más importantes del mundo, hay que echarles de comer aparte. Dan miedo, no sabemos qué representan más allá de su ego personal y de gobernar. Vivimos situaciones cambiantes que nos van a sorprender a todos. Por otra parte, siento que no hay que ser pesimistas, que siempre hay que sacar algo bueno de lo malo, que hay cosas buenas en este siglo. No soy un nombre negativo.

-¿Quizá nos hemos acomodado demasiado y por eso ya no se protesta tanto?

-Y si protestamos, no vale tanto como antes. Pero hay que recordar que esta sociedad española ha salido mucho a la calle en los últimos veinte años. Un ejemplo claro está en el caso de los actores con su "no a la guerra", allá por 2003. Y todavía están pagando las consecuencias de la insurgencia y de haberse puesto en contra de un gobierno del Partido Popular con mayoría absoluta que nos llevó a una guerra que no queríamos casi nadie en este país. Y fue el señor Aznar quien nos llevó con mentiras.

-Hace poco tiempo salía de nuevo a la palestra, ¿qué le pareció su actitud?

-Ese señor tenía primero que pedir perdón cuando ha vuelto a dar la cara para decir que volvería a hacer lo mismo que hizo entonces. Y además, si es así, después de tantos años transcurridos y de haberse visto lo que ha pasado, yo diría que ese señor es un asesino. Porque hay miles de seres humanos que han muerto a consecuencia de su decisión de ir a una guerra que no tenía razón de ser. Alguien tendría que pagar por eso, no solo los muertos y un país destrozado como Irak.

-¿La sociedad española también se ha acostumbrado a la corrupción política?

-Creo que no hay reacción porque esta sociedad ha creado muñecos, no seres humanos. A nivel de conciencia se dejan engañar. Te robo y me votas, ¿se puede ser más idiota? Con el PSOE también hubo corrupción cuando tuvo mayoría absoluta y los de ahora se agarran a ese recuerdo. Pero da igual del partido que sean, no hay que dejarse comer el coco. Ellos tienen todas las herramientas para parar las investigaciones y obstruirlas o cambiar al juez que los esté investigando. Esos chanchullos llegan hasta la justicia pero los tontos somos los ciudadanos, los ignorantes e incultos, que nos creemos las mentiras y el engaño a través de la mala utilización del lenguaje. Y sobre todo los ciudadanos que solo ven la televisión y tienen una única visión de la vida por ella. Porque la televisión lo que produce es ansiedad, miedo y violencia y eso es utilizado de toda la vida por los gobernantes para que se haga y se vote lo que ellos digan. No quieren ciudadanos libres con capacidad de pensamiento.

-¿Qué opina de los nuevos partidos como Podemos, que parecían ser un rayo de esperanza que ya no brilla tanto?

-Podemos ha perdido la gran oportunidad para este país y para la ilusión de mucha gente que venimos de tantos desencantos. De la noche a la mañana, en dos años, han dilapidado una herencia que parecía que habían recuperado. La herencia de la ilusión, el entusiasmo, el cambio, de salir a la calle y trabajar por los demás, ser generosos. Parecía que volvía todo eso, pero en las guerras internas y con las otras izquierdas lo han hecho desaparecer y además han resucitado al cadáver político que era Rajoy. Ahora es un líder otra vez gracias a la torpeza de esta gente, que en las primeras elecciones no llegaron a un acuerdo con el PSOE. A partir de ahí han ido desafectando a mucha gente que estaba por la labor y creo que se ha caído esta ilusión. A ver cómo nos recomponemos ahora, porque la derecha, al contrario que la izquierda, siempre estará unida.

-¿Los cantautores podrían ser un revulsivo en la actualidad?

-No le corresponde al cantautor, sino a cualquier ciudadano. Hoy en día todos tenemos un altavoz grande a través de nuestros medios. No es como antes, que no había libertad y era el cantautor quien te ponía al frente de esa rendija por la que nos dejaban expresarnos. Tiene que haber cantautores y gente que nos ayude y encienda velas, que escriba y cuente, pero el papel que tuvo la canción política en este país no la va a tener nunca más como movimiento. El movimiento de los cantautores no va a existir nunca más, pero sí el grupo de personas que creamos desde la poesía, la ternura y el compromiso.

-Uno de ellos es su hijo Pedro Pastor, que ha seguido sus pasos.

-A mí me sorprendió ya con 16 años, cuando comenzó a grabar y escribir y componer. Me sorprende en estos tiempos porque sí que es capaz de, con 22 años, asumirse desde el lado de abrir puertas, tocar corazones y sensibilidades, generar sentimientos y movimientos colectivos. Y lo está haciendo sin que nadie se lo diga y se está abriendo camino por sí solo, algo que es de admirar.

-¿La temática de los últimos cantautores ha variado mucho?

-En estos años ha habido muchos cantautores buenos pero siempre han estado todos más ligados a una manera de crear y hacer en torno al hedonismo, a uno mismo, al amor y el desamor, casi siempre a nivel poético interesante pero incidir en la canción como herramienta transformadora. Pero siento que vendrá una nueva generación como la de Pedro, que dormía en la Puerta del Sol durante el 15-M. Eso te marca la vida, además de los padres que tiene. A veces es más maduro que yo, que sigo siendo un niño para muchas cosas.

-Echando la vista atrás en su carrera, ¿con qué se queda?

-Mi éxito en la vida ha sido el poder contar mis emociones y mis sentimientos a través de letras de canciones y poesías. Me ha costado muchos años llegar ahí, pero considero que ese es mi triunfo personal.

-Aparte de sus conciertos, ¿está inmerso en algún proyecto nuevo?

-Ahora mismo estoy escribiendo mis memorias en verso. Cuando el pasado año celebré los 40 años de mi disco "Vallecas" anuncié que iba a escribir tres libros y solo saqué uno de poesía, "De un tiempo de cerezas". Me corté un tendón en navidades y durante un mes no pude tocar la guitarra, así que hay mal que por bien no venga y ya llevo 250 estrofas. La primera parte finalizará con 27 años, cuando me retiré en 1979. Ese es mi triunfo, sentir que soy capaz de contar desde la propia poesía y sentir que ha merecido la pena estos años de leer a los grandes poetas.