"Se bendicen los órganos cuando se construyen o cuando se hace una afinación. Es un rito que está en desuso y de hecho muchos sacerdotes lo desconocen. Yo me enteré casi por casualidad, se lo propuse al párroco y vamos a hacerlo el domingo". Habla Vicente Urones, que va a ser, junto con la Schola Gregoriana Gaudete que él mismo dirige, el protagonista de la bendición del órgano de San Torcuato (domingo, 23, 19.00 horas), recién afinado, palabra que en este caso significa algo más que la afinación en un instrumento normal, ya que incluye el arreglo de las piezas y tubos que estaban deteriorados, labor que ha corrido a cargo del riojano Pablo Rey, de Logroño. El órgano de San Torcuato tiene más de 700 tubos, y algunos de ellos estaban en mal estado.

El rito consiste en que "el cura va haciendo unas aclamaciones, empezando cada una de ellas con la referencia al órgano como "instrumento sagrado, despierta del letargo". Son seis invocaciones a las cuales el órgano responde, de voz a voz. Cuando terminan las invocaciones el cura se dirige al órgano para incensarlo y dispersar sobre él el agua bendita con el hisopo, mientras el órgano suena con toda su potencia, en un momento apoteósico".

"Los órganos se tocan poco y se desafinan de no usarlos. En muchas ocasiones se tienen abandonados, entre otras cosas porque cuesta mucho dinero tenerlos a punto. El de San Torcuato es un órgano histórico importante, obra del organero Cándido Cabezas, de 1834, autor que tiene otros en Zamora".

El hilo conductor del funcionamiento del órgano corresponde a la liturgia tridentina, del Concilio de Trento desde el siglo XVI hasta el XIX. El órgano, explica Urones, tenía dos papeles. Uno era "tocar él solo en momentos clave, como la elevación, la entrada, la comunión o el ofertorio". Un segundo papel era justo lo contrario, "acompañar al canto gregoriano. Más bien dialogaba con él". Es lo que va a interpretar el coro, Schola Gregoriana Gaudete, del que el propio organista, Vicente Urones, es el director . Se va a interpretar el Kyrie y el Magnificat "en los que se va alternando verso cantado y composición de órgano sucesivamente. Ese momento en que el órgano suple a un verso no tiene con fin el lucimiento del instrumento o el organista, sino que es un momento para ayudar al que reza a meditar".

El propio Vicente Urones describía este elemento del patrimonio artístico diocesano en un reciente número de "Iglesia en Zamora". El órgano de la iglesia de San Torcuato, explicaba en el artículo, "fue construido por el organero Cándido Cabezas en 1834 para el templo del todavía convento de la Santísima Trinidad. Sólo un año después los frailes fueron exclaustrados y, estando la antigua iglesia de San Torcuato, situada en la Plaza del Maestro, en un estado ruinoso, decidieron trasladarse a la que había sido de los frailes. En ésta, entre otras cosas, se encontraron un órgano casi a estrenar".

Representa el modelo de órgano ibérico: 13 palmos de base, un teclado partido de octava corta y cuarenta y cinco teclas, pisas de enganche al manual, timbales y pajarillos. Está adosado al muro de la Epístola, sobre una tribuna que sale del coro. La caja, neoclásica de color marrón oscuro y adornada con tonos dorados, mide 6,50 metros de altura, 3,25 de anchura y 1,35 de profundidad. Está dividida en tres castillos en forma de campo liso, cada uno de ellos con dos ventanas. Las ventanas superiores son meramente ornamentales, pues los tubos que se ven son en realidad un mural. La caja está coronada por un escudo con la cruz Paté, símbolo de los trinitarios y que puede observarse en los retablos y paredes del templo. Hacia el exterior de la caja salen los caños correspondientes a la trompetería horizontal, en este caso en forma de "w"". Afortunadamente "es uno de los pocos ejemplares de la provincia que está actualmente en uso, y se toca cada domingo en la misa de las 13 horas".