Marisa Codina es copropietaria de la Fundición Codina que exhibe hasta finales de mes en el antiguo Palacio de la Diputación más de 70 obras de primeras figuras de la escultura.

-¿Cómo nace la Fundición Codina?

-Quien crea la fundición es Josep Marriera en Barcelona, que Estaba muy implicado en el Modernismo y el primer encargo que recibe es la estatua de Colón e Barcelona. Con el tiempo su socio se jubila y mi familia se asocia con él en 1888 y mi bisabuelo toma las riendas del negocio. Él decidió que en Madrid la fundición estaría mejor porque estaba en el centro del país. A principios del siglo XX empezaron a trabajar con Mariano Benlliure, con Miguel Bley quien alquiló una nave para tener el estudio al lado de la fundición; con Vitorio Macho, entre otros.

-Y con la Guerra Civil?

-Hubo un impás que no se funde porque la incautó una célula anarquista para hacer bombas y obuses. Juan Cristóbal, que era bastante amigo de mi abuelo, le hizo un préstamo de 5.000 pesetas de 1939 y volvió la actividad. En esos años estaban mi abuelo y sus hermanos bajo el nombre de Codina Hermanos, luego en los años 50 ya se incorporó mi padre, que era el alma de la fundición y ha sido quien nos ha enseñado en oficio a mi hermano y a mí que seguimos en la brecha.

-¿De qué manera la Fundición se hace con este fondo artístico?

-De muchas maneras. En muchas ocasiones compramos piezas a los propios escultores y en otras veces, son cambios de obra por trabajo.

-¿Qué mueve a la Fundición Codina a exponer las obras que atesoran?

-Yo tenía mucho interés en celebrar los 120 años de la fundición y la Fundación Diario Madrid nos ofreció su espacio y allí hicimos la primera exposición. Esa primera muestra fue emocionante porque estás acostumbrada a ver las piezas bien sea en el taller bien sea en casa y, de repente, verlas en ese marco y que las pudiera contemplar la gente. Posteriormente volvió a mostrarse gracias a la Asociación de Pintores y Escultores y al interés de su presidente José Gabriel Astudillo se mostró en Alcorcón que contó con variaciones, sobre todo, las piezas que nos ceden los escultores de sus propias colecciones.

-Y tras Alcorcón llega Zamora.

-El escultor Ricardo Flecha visitó la exposición de Alcorcón, se quedó encantado, contactó con nosotros y el pasado mes de noviembre vinimos mi hermano y yo a Zamora y nos enseñó el espacio, que es perfecto. Trabajamos a contrarreloj para compartir tanta historia de la escultura.

-¿Qué es lo que el público puede ver en las distintas dependencias del antiguo Palacio de la Diputación?

-Por un lado la parte técnica de nuestro trabajo, la fundición a la cera perdida, un proceso que introdujo esta fundición en España y, a mayores,un amplio recorrido por la historia escultura desde la primera pieza que traemos que es de 1889, una medalla, hasta la última obra que ha salido unos días antes de la apertura de la muestra de nuestro taller. Es un recorrido por 125 años de escultura con firmas importantes desde Benlliure a Julio López.

-¿Cómo están distribuidas las obras?

-Por épocas. Empezamos con el siglo XIX con las creaciones de Degas y Rodin, de Mariano Benlliure para luego centrarnos en los años 30 y luego abordar la actualidad con un diálogo entre obras de Julio López, el mejor escultor vivo, y Javier de la Rosa, una de las firmas que va a tomar fuerza en los próximos años. En la segunda planta está Paco López, fallecido hace unos meses, con varios bocetos y relieves así como obra de Jesús Curriá o el Cristo de Pasolini, una de las joyas que impresiona al público. También se exhibe un libro de las hojas de trabajo de 1882 a 1896, donde se anota desde lo materiales empleados a las hora invertidas en cada una de las piezas.

-El trabajo de una fundición es muy desconocido.

-Efectivamente. Es un oficio muy duro, muy complicado, muy laborioso... hay partes que son extremadamente delicadas y otras en cambio, son muy bruscas. Es un trabajo muy sucio pero muy mágico y el resultado de tanto esfuerzo merece la pena. Estás en contacto con el fuego, la tierra y el metal. A través de un vídeo se ve cómo se funde y cómo se limpia las piezas para que el público conozca nuestra labor.

-Tal y como habla ¿da pena desprenderse de una escultura cuando ya ha concluido el proceso?

-La verdad es que de algunas sí. Las que hemos tardado varios meses apena que se marchen.

-De las 70 piezas exhibidas para usted la joya de la corona, la más especial...

-Quizá por la historia que tiene detrás la de Séneca y Nerón, de Eduardo Barrón. Esa pieza él se la regaló a mi abuelo. Durante la Guerra Civil todo lo que se estaba haciendo se fue a los crisoles para hacer obuses y la obra de Barrón fue la única que mi abuelo pudo esconder y tiene un increíble trabajo de cincelado.

-La muestra va camino de los 25.000 visitantes.

-Es una cifra muy importante, estamos sorprendido y encantados. En ningún lugar ha visto la muestra tanta gente y no nos esperábamos tanta afluencia. Fuera de Madrid todas las propuestas de arte y cultura se valoran mucho más.