Un día para la reivindicación, pero sin olvidar sus raíces. La novena edición del Día Internacional del Pueblo Gitano en Zamora -cuya celebración oficial es el 8 de abril- volvió a congregar en el parque de Olivares a decenas de personas que participaron en diferentes actividades que demostraron que ya se ha recorrido un largo camino rumbo a la integración social.

Desde el manifiesto oficial, leído por tres jóvenes gitanos que están realizando diferentes estudios, hasta la lectura de un poema elaborado por el grupo Contracorriente, la programación también incluyó un taller de zumba o la obra "Tacones gitanos", representada por los alumnos de las aulas de apoyo al estudio.

Desde la Fundación Secretariado Gitano de Zamora, organizadora de estas jornadas, su coordinadora provincial, Ana Belén Prada, resumió que este día "sirve para celebrar el reconocimiento que se merece el pueblo gitano". También agradeció la coordinadora la colaboración de los compañeros del programa de educación de calle "Construyendo mi futuro", del Ayuntamiento de Zamora, Cruz Roja y Centro Menesiano, que también estuvieron presentes en la jornada.

La celebración de este año tenía un carácter especial, puesto que el Congreso de los Diputados ha aprobado por unanimidad una Proposición No de Ley para declarar el 8 de abril como día del Pueblo Gitano, reconociendo su bandera -una rueda entre el cielo y la tierra- y su himno. "Esto supone un reconocimiento institucional a los símbolos y la identidad de una comunidad con historia y cultura propia, asentada en España desde hace casi seis siglos, y que ha sobrevivido a numerosas persecuciones y a un fuerte rechazo y discriminación, que pervive actualmente", según subrayó una de las jóvenes que leyó el manifiesto de este día.

La jornada se completó con una parrillada solidaria, cuyos fondos irán destinados a comprar todo el material necesario para que la asociación Mujeres de Zamora Participando elaboren los conocidos como pulpos solidarios, que se enviarán a la Unidad de Neonatos del Hospital de Salamanca.

Como todos los años, uno de los momentos más emotivos fue la ceremonia del río, donde los participantes arrojaron flores naturales al Duero de manera simbólica, en recuerdo de sus antepasados.