En menos de dos años, Fernando Martínez Maíllo se ha convertido en pieza clave de la cúpula del Partido Popular y mano derecha de Mariano Rajoy. Desde febrero es coordinador general, un puesto "puente" entre la presidencia y la secretaria general, María Dolores de Cospedal. En su "día a día" en Génova, la renovación iniciada con los sucesivos congresos, incluido el polémico de Castilla y León.

-Su nombramiento como coordinador general del PP le convierte en el número 3 nacional, el número "dos y medio", dicen algunos, los mismos que hablan de cierto roce con la secretaria general, María Dolores de Cospedal. ¿Ha cambiado la relación entre ambos?

-No, yo me siento muy cómodo. Jamás en mi vida pensé en tener una responsabilidad semejante, sigo definiéndome como un político de provincias, es todo un honor haber llegado hasta aquí. Me enteré de mi cargo el mismo viernes, cuando comenzó el Congreso Nacional. Me llamó el presidente Rajoy y me anunció que María Dolores seguiría siendo la secretaria general. Y a mí me parece fantástico que sea así. Mi relación con ella es fenomenal. Pero es verdad que me preguntan muchas veces sobre quién manda en el PP: quien manda es Mariano Rajoy. En el día a día tratamos los asuntos conjuntamente y no existe ninguna disfunción.

-¿Pero no llegan a solaparse competencias, las de usted y las de la secretaria?

-Hay una evidencia: la secretaria general es ministra de Defensa y existe un problema de disponibilidad de tiempo que ella misma reconoce. En el día a día soy yo el que trabaja en Génova y quien está en contacto con las distintas organizaciones territoriales. Para las grandes decisiones hay un comité de dirección y una jerarquía que entraña que lo trascedente lo decida el presidente. Hay un equipo de vicesecretarios y secretarios de área que yo coordino en las labores diarias del partido, los congresos regionales y provinciales. No me considero ni el 2 ni el 3. Trato de solucionar problemas desde la autoridad, pero también desde la "autoritas".

-Ese problema de tiempo de la secretaria general también lo reconoció el presidente Herrera en relación con el PP regional. Usted mismo ha renunciado a la Alcaldía de Casaseca. ¿Piensa que es hora de su relevo en el próximo congreso provincial de Zamora?

-No toca hablar de congresos provinciales hasta que no se convoquen. Hasta que no finalice el congreso regional en Castilla y León y se conozca la estructura del partido en la comunidad no voy a hablar de lo que puede suceder. Lo que sí digo es que me reuniré con casi todo el PP de Zamora para escucharles y tomar la mejor decisión pensando en el partido. Pero es evidente que tuve que poner una coordinadora provincial por la misma razón que se ha tenido que poner un coordinador nacional. Hablo todos los días con gente del PP de Zamora y los recibo en Génova, tanto a afiliados como a representantes de la sociedad civil. Lo más cómodo sería aventurarme ahora a una decisión, pero es algo a decidir en el seno del partido. Debemos pensar si lo conveniente para el PP de Zamora es que siga o no. Que haya una persona al 100% o una al 5 o 10%, que es mi caso en estos momentos. No estoy aferrado al cargo de presidente provincial, pero no es una decisión mía, es política, en la que también tengo que contar con la opinión del presidente del partido, puesto que existe la situación objetiva de incompatibilidad estatutaria, aunque pueda pedir la excepcionalidad. Esa conversación con Rajoy no la he tenido porque el presidente marca muy bien los tiempos y si le preguntara ahora me contestaría que no toca.

-¿La figura de coordinadora provincial se mantendrá?

-No, es circunstancial, ni siquiera está en los estatutos. Es una figura que opera cuando existe una ausencia del presidente o una imposibilidad a tiempo completo.

-Pero en Zamora hay también un secretario general. ¿No podía ejercer esas funciones en su ausencia?

-No era suficiente, se necesitaba sumar a otra persona, sobre todo porque la Diputación tiene que formar parte de la dirección del partido. No sé en qué puesto ni en qué lugar. Pero como institución esencial de la provincia, su presidente debe formar parte de la directiva. Yo dejé la presidencia de la Diputación, la nueva presidenta debía incorporarse y el cargo idóneo era el de coordinadora, siempre bajo mi delegación.

-¿Y ni siquiera aventura cómo debe configurarse esa nueva estructura de partido?

-No, pero soy consciente de que todos los partidos tienen que evolucionar, hacer un ejercicio de autocrítica mirando al futuro porque hemos visto que, en algunos ámbitos municipales, los ciudadanos se cansaron del PP. Y es evidente que hubo cosas que no se hicieron bien. No se trata de autoflagelarnos, pero después de muchos años de éxito, hemos perdido gobiernos locales, influidos por la situación nacional, es verdad, pero también por las gestiones concretas de los ayuntamientos.

-¿Hasta dónde llega la división del partido en Castilla y León?

-No se puede decir que en el PP no hay democracia y cuando se establece el sistema de doble vuelta y aparecen dos candidatos decir que hay división.

-Eas dos candidaturas salen de la imposibilidad de llegar a un acuerdo en primera instancia. ¿Son dos corrientes distintas o, como se dice, el aparato de Génova contra el aparato de Valladolid?

-Las interpretaciones son libres, pero lo cierto es que Génova ha sido escrupulosa en su neutralidad. No nos hemos pronunciado públicamente en ningún momento. Otros casos, como el del vicepresidente De Santiago Juárez, posicionándose del lado de Silván y pidiendo que Mañueco se retirara?En fin, yo creo que ni siquiera beneficiaron a Silván. Pero ni Herrera ni Génova se han pronunciado. Yo no he participado en ninguna de las reuniones que se han celebrado. Y el PP de Zamora ha sido coherente, porque ha mantenido la misma postura que hace años.

-No votó en blanco, como dijo que haría Herrera.

-Por supuesto que no. Soy afiliado del partido y como afiliado del partido tengo derecho a pronunciarme. Otra cosa es que yo enseñe mi voto, pero el PP zamorano lleva muchos años en la misma posición. Y hay que reconocer que no estábamos tan equivocados a pesar de que nos llovieron críticas desde muchos años. Mañueco ha tenido el mérito de aguantar mucho, pero mucho. Y yo también, ¿eh? Y al final se ha demostrado que nuestra posición correspondía a lo que han votado los afiliados.

-¿La integración que pide Herrera, en su opinión, debe suponer que Silván ocupe la secretaría regional, a pesar de que se haya auoexcluido él mismo?

-Más que integración, de lo que se trata es de que haya elementos de cohesión. Que todo el mundo se sienta representado en el comité ejecutivo, pero reproducir los porcentajes de votos en representación sería un error, estaríamos estableciendo facciones. La cohesión no es un tema de nombres, sino de que los afiliados se sientan representados por el conjunto del comité ejecutivo, que se sientan identificados. ¿Eso significa que Silván debe quedar fuera? Pues no, evidentemente, porque se trata de una persona importante que debe seguir siéndolo, es el alcalde de León. Pero Mañueco tiene las manos libres para tomar las decisiones que considere oportunas y para nombrar a un secretario de su confianza, hablarlo con los presidentes provinciales, sí, pero es su decisión y no me corresponde a mí decirle a quién tiene que nombrar. Mañueco tiene una legitimidad de origen que no ha tenido ningún presidente hasta ahora, incuestionable e inmejorable. Los demás han tenido luego una legitimidad sobrevenida, que es la gestión diaria. Mañueco se tiene que ganar ahora la legitimidad del día a día, pero a través de elementos de cohesión y siendo conscientes de que necesitamos una renovación de personas. Hay una nueva generación detrás a la que hay que dar paso. Y no hablo solo a nivel regional.

-¿A la luz de los resultados, hubo voto de castigo para la dirección del PP regional?

-El presidente regional ha reconocido, y eso le honra, que no se ha dedicado al partido. Y tiene razón. El PP de Zamora, por ejemplo, se ha sentido huérfano de presidente regional. Pero también lo ha sentido así el de Soria, o Burgos. El papel en el día a día lo ha ejercido Mañueco. Quizá ahí radica parte de su éxito, haber estado al lado del partido en las buenas y en las malas. También hay que reconocer que han existido algunos choques entre Gobierno y partido, alguno de ellos he vivido, y eso ha dejado algún tipo de secuela. Cuando se nos cuestionaba, por ejemplo, a la hora de discutir el modelo de ordenación territorial, probablemente nunca entendieron mi papel, porque yo representaba a la Federación de Municipios y Provincias, de la que era vicepresidente. Entendían las discrepancias más desde el punto de vista político que del municipal. Yo defendía los intereses municipales y ellos (la Junta) desde el prisma autonómico. Y aún así, no lo interpretaba como agresión, me parecía legítimo. Pero ya es hora de mirar al futuro.

-¿Manifestaciones como las realizadas por la exvicepresidenta Rosa Valdeón, acusándole a usted y por tanto al partido, al Ministerio del Interior, de haber filtrado interesadamente su alcoholemia positiva puede desequilibrar esa entente a la que quieren llegar?

-Yo jamás he hablado mal de un compañero de partido. Nunca. Tampoco de ella. Le deseo lo mejor. Creo que ha vivido una situación muy complicada y no voy a atacarla. Lo que le tenga que decir a ella lo haré directamente o a través de los órganos internos del partido. Me merece todos los respetos como persona. Desde el partido se le ha contestado ya. El propio Fernández Mañueco vino a decir, sobre esto, que uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios. ¿La integración? Pues hay personas que quieren integrarse y algunos que no demuestran esa intención. Cada uno tiene que tomar su propia decisión. Ha llegado la hora de hacer alta política y quien no quiera apostar por la unidad y considere que esto es un "Juego de Tronos", que no hay labor por delante con el horizonte de 2019 y solo piense en sus rencillas pasadas, realmente tiene poco que decir en el PP de Castilla y León. Para todo aquel que quiera sumar, el partido está abierto. Quien no apueste por ello sobra, por voluntad propia.

-¿Usted ve al PP de Castilla y León preparado para una bicefalia como la que se avecina?

-No estamos acostumbrados a las bicefalias ni forma parte de la tradición del PP, en ninguno de los territorios. Deben ser algo transitorio y excepcional hasta 2019. A partir del 1 de abril Herrera y Mañueco deben sentarse una vez pasado el congreso regional y cuando sea votado como presidente, son ellos los que tienen que decidir.

-¿Y cree posible el acuerdo para que Mañueco deje de sufrir, como usted dice que lo ha hecho?

-Si alguien debe estar contento hoy en Castilla y León es Alfonso Fernández Mañueco. Debe estar orgulloso de su labor y de lo que ha conseguido. Ha aguantado mucho y ha sido capaz de dialogar con todo el mundo. Ahora le espera un sufrimiento distinto, más llevadero, sobre todo porque tendrá la presidencia regional.

-¿Los resultados en Madrid, Castilla y León, Baleares, le dan confianza a ese sistema de doble vuelta?

-Se ha demostrado que es eficaz y ha tenido aceptación, aunque haya cosas que se tienen todavía que pulir. Me consta que el PSOE, de hecho, nos está mirando. Es lo que viene a decir Patxi López en su ponencia. Por algo será. Es un buen sistema que ha llegado para quedarse. Las condiciones de que no baste tener un voto más, sino que tenga que ser mayoría por quince puntos y en más de la mitad del territorio es importante para comunidades grandes como Castilla y León, Castilla La Mancha o Canarias. Facilita la cohesión, porque nunca será suficiente que dos provincias o dos islas más grandes se unan para imponer un presidente. Todos los votos, sean territorios grandes o pequeños, valen lo mismo.

-¿Ha hablado con Herrera después de la primera vuelta?

-No, hemos intercambiado mensajes. Pero yo tengo buena relación con él, aunque alguna vez hayamos tenido algún problema. Es imposible llevarse mal con Herrera.

-El presidente Núñez Feijóo manifestó recientemente su convicción de que el sucesor de Rajoy no lo sería "a dedo".

-Sí, pero no por primarias, sino por este sistema de doble vuelta. Las primarias dividen al partido, nuestro sistema refuerza al líder. Las designaciones a dedo se pueden producir en situaciones excepcionales, pero lo normal es que, en adelante, lo que pueda existir sea la figura del candidato único.

-¿Cómo ha afectado al grupo parlamentario popular enfrentarse a su primera gran derrota en el decreto ley de la estiba al perder el apoyo de Ciudadanos?

-Tenemos 137 escaños y un acuerdo de investidura con Ciudadanos que queremos cumplir, esa es nuestra vocación. A partir de ahí, que cada uno asuma su responsabilidad. Nosotros vamos a presentar unos presupuestos y estamos dispuestos a negociar, pero esa negociación depende mucho de la actitud de los demás, por lo tanto, la responsabilidad es compartida. Pero queremos una legislatura que dure. No pusimos condiciones a la abstención del PSOE en la investidura y le agradecimos que lo hiciera porque supuso para ellos un tremendo problema, lo reconocemos. Antes del pacto con Ciudadanos podíamos haber ido a unas terceras elecciones, el PP podía haber sumado más votos, pero eso significaba prolongar la inestabilidad. No podemos estar celebrando elecciones una y otra vez porque haya partidos que no asuman su responsabilidad y digan solo "no".

-¿Tendrán que cambiar el "menú", sigue valiendo lo de las "lentejas" con Ciudadanos o quizá se inclinan más ahora por la "olla" del PNV con quien ya han llegado a acuerdo en el País Vasco?

-(Ríe).Todo se está cociendo. Estamos negociando. Hablamos con el PNV, con Ciudadanos, con Coalición Canaria e incluso me reuní con Nueva Canarias y le vi disponibilidad al entendimiento. No hemos concretado nada, no hay acuerdo, pero hablaremos con todo aquel que esté dispuesto a hacerlo. Con Ciudadanos, como socio de investidura, hay buena sintonía. También hemos avanzando con el PNV. Pero no existen vasos comunicantes con la situación en el País Vasco. El PP vasco ha hecho un ejercicio de responsabilidad para evitar que haya inclinaciones hacia formaciones políticas radicales. Con Coalición Canaria existe un acuerdo de investidura que tendrá que cumplirse en la medida en que lo haga la agenda canaria pactada.

-Dice usted que tienen intención de cumplir el acuerdo con Ciudadanos, pues su socio Ribera parece que no lo ve así.

-Ya, pero es distinto hablar de las seis primeras medidas que de las 150 restantes. En esas seis medidas necesitamos los votos de otro partido. PP y Ciudadanos no suman para hacer una reforma de la Constitución si queremos reformar los aforamientos, también si queremos limitar los mandatos. Y todo ello bajo la amenaza de un referéndum trampa de Podemos, puesto que lo pueden presentar 35 diputados. Podemos está deseando que se reforme la Constitución para llevarlo a cabo. Ellos quieren sacar de ahí algo totalmente distinto a lo que se pregunte, por ejemplo, Cataluña. Y Ciudadanos tiene que ser responsable en esa situación. Podemos no es un partido responsable cuando se habla de reformar la Constitución. No es que no queramos cumplir: ponemos sobre la mesa las dificultades objetivas del cumplimiento. Son solucionables, sí. Pero necesitamos al PSOE y que Podemos se comprometa a que no haya referéndum. No estamos dispuestos a que se incluya el artículo 135, como ha sostenido en las reuniones con Ciudadanos.

-¿Qué esperan del Congreso del PSOE?

-Un partido político no es un fin en sí mismo, es un medio. Y cuando un partido político está abierto en canal durante tanto tiempo tiene repercusión en la gobernabilidad de España. Por eso el PP quiere hacer sus congresos en el menor tiempo posible. Los ciudadanos no tienen por qué soportar a un partido político hablando de sí mismo permanentemente, lo que quieren es que hablemos de sus problemas. Pero nosotros no vamos a inmiscuirnos en los procesos ajenos.

-Añoran el bipartidismo.

-Es que el bipartidismo no se ha ido. La cuestión es quién forma parte de ese bipartidismo. Quiénes son los actores. Lo tengo claro en lo que se refiere al centro derecha: El PP. No lo tengo claro todavía en la izquierda. España necesita una izquierda responsable, no la más radical, una moderada que es cortoplacista, que solo va al eslogan. Con un partido que convierte el Parlamento en un circo es muy difícil hablar. En cualquier caso, la situación actual del Parlamento se va a revisar con el paso de los años, estoy convencido.

-¿Es reconducible la situación en Cataluña?

-Hay mayor presencia del Gobierno en Cataluña para mejorar las relaciones con la Generalitat, pero, sobre todo, para que haya una mayor interlocución para la sociedad catalana en su conjunto. La vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría está haciendo un gran trabajo y eso ya se está notando y la deriva independentista se está agotando día a día.

-¿Justo cuando los independentistas plantean una desconexión exprés y el Parlament vuelve a desafiar las leyes estatales?

-Tomaremos las decisiones legales que correspondan en relación con este tema, como es lógico. No vamos a permitir que se incumplan las leyes en ningún caso. El Gobierno va a garantizar la unidad y la igualdad de todos los españoles en cumplimiento de la ley. Y en Cataluña no habrá referéndum.

-¿Porque el Gobierno lo impida o porque exista una solución política, habida cuenta de la escasa renta que hasta ahora ha producido esa posición "frentista"?

-No lo va a haber porque es ilegal. Me niego a pensar que haya enfrentamiento ni lo buscamos. Tenemos la mano tendida para el diálogo. Decimos no al referéndum, pero de lo demás, de cómo se puede mejorar la vida de los catalanes, podemos hablar, de la nueva financiación. Solo queremos el entendimiento. ¿Qué tiene que pasar en la antigua Convergencia para que se "caiga del guindo"? ¿Cuántos diputados tiene que perder aún para que se dé cuenta de la equivocación del proceso? Curiosamente, al final, los únicos políticos inhabilitados son los de la antigua Convergencia, no los de Esquerra. El más independentista se libra de las consecuencias de los incumplimientos ilegales.

-A Convergencia le pesa también la sombra de la corrupción. ¿Y al PP?

-El PP ha pagado un precio por la corrupción, en las urnas, en la imagen. Hemos pedido disculpas, tomado medidas internas y externas, pero es evidente que hemos tenido problemas como lo ha tenido Convergencia o el PSOE. No es excusa, tenemos que asumir responsabilidades. Y a pesar de todo, aquí, seguimos. Pero, evidentemente nos ha hecho daño, no la corrupción, nos han hecho daño los corruptos.