Tiene una voz de agua de manantial, pura y cristalina. Su quejío se prolonga desde hace décadas, desde finales de los años setenta, cuando irrumpió en el mundo flamenco de la mano de su compañero, un compositor de una dulzura creadora inversamente proporcional a la dureza de su cara y de su voz. Manuel Molina revolucionó un mundo miedoso, anclado en un clasicismo que se negaba a avanzar. Lole Montoya canta hoy en el Principal (21.00 horas) a Manuel y, a la vez, a todos aquellos y aquellas que se dejaron adormecer por la fragilidad de hierro de unos cantes que volaban como las mariposas en tiempo de tormenta.

Popularidad

Coincidió la irrupción de Lole y Manuel en el mundo del flamenco cuando este gozaba de una popularidad que se le había negado durante décadas. Mucha culpa fue suya, de los dos, de una voz que adormecía con un lirismo extremo, al que ayudaba el romanticismo de unas letras que iban y bajaban de la montaña al valle sin pasar por la incipiente contaminación de las ciudades.

Lole y Manuel popularizaron su cante y hasta su vida, exponiéndose en exceso a la crítica popular, lo que no ayudó en nada a la convivencia de la pareja. Artísticamente cambiaron la imagen del jondo, las letras; exploraron en la música árabe y se embarcaron en la fusión de géneros, lo que hizo que aumentaran las ventas de sus discos, llegando a un público hasta entonces cerrado al cante jondo.

Lole estará hoy acompañada en el Principal por Juan Carmona "Camborio", Juan José Suárez Salazar "Paquete" (guitarra) y Sabu Porriña (percusión).