La aportación de Miguel Gamazo a la cultura local, desde el sillón de alcalde y luego como vicepresidente del Florián de Ocampo, protagoniza una exposición en el Museo Etnográfico.

-Usted fue el último alcalde del régimen y durante los años que estuvo al frente del Ayuntamiento puso en marcha diversas iniciativas culturales como la bienal de poesía.

-Trabajé todo lo que pude y lo mejor que pude por la ciudad. Me pareció que estaba bastante huérfano el mundo cultural en la ciudad. No había nada en poesía y hubo tres ediciones de esta bienal. El poemario último no llegó a publicarse por lo que pasa siempre, por falta de recursos económicos. (Se sonríe). Luego la bienal se transformó en el premio Claudio Rodríguez con el IEZ Florián de Ocampo.

-La bienal de pintura echó a andar de su mano.

-Era un ámbito que estaba totalmente abandonado. La primera edición fue en 1971 y la ganaron Antonio Pedrero y Tomás Crespo. Además conté con un jurado integrado por grandes expertos. La población se quedó muy satisfecha y luego hubo otras ediciones bajo mi mandato. Fuera ya del gobierno municipal fui comisario de una edición siendo alcalde Andrés Luis Calvo, lo que me proporcionó muchas satisfacciones. Lo siguieron haciendo hasta que la dejaron morir. Fue una gestión muy desafortunada y la última, catastrófica.

-Animaría a los gobernantes actuales a retomarla

-Sería una iniciativa muy buena para la ciudad pero se necesita una colaboración entre entidades. En las bienales respondía muy bien los artistas, llegamos a tener hasta 400 peticiones. El comité de selección tenía que hacer un trabajo muy duro. Los premios estaban regularmente dotados, aunque invitamos a muchas entidades a participar y se quedaban con el cuadro. Recibieron premios, entre otros, Eduardo Úrculo o Carlos Evangelista.

-La música fue otro arte que acercó a la población.

-Durante mi etapa en el Ayuntamiento se pudieron en marcha las Jornadas de Viejas Músicas. Me parecía que no se oía música, una de mis pasiones, y tuve el apoyo extraordinario del pianista fallecido Antonio Iglesias, quien siendo secretario de Bellas Artes, se volcó. Contamos con seis ediciones muy interesantes. Entre los conciertos más significativos destaco una formación de Polonia que ofreció su único concierto en España en San Andrés. Estas jornadas desaparecieron como tal y apareció luego el Pórtico de Semana Santa y posteriormente, el Festival Internacional Pórtico de Zamora.

-Las ferias y fiestas de San Pedro se pudieron en valor coincidiendo con su paso por la alcaldía.

-Fue todo fruto del trabajo de la comisión de fiestas, personas que no estaban vinculadas al consistorio. Se les ocurrían muchas cosas a algunas cosas tuviéramos que decir que no y a otras que sí. Trajimos a Raphael o Miguel Ríos a las galas del Castillo. Además se puso en marcha la Feria de la Cerámica y Alfarería Popular que se ha seguido haciendo y es la más antigua de España. También la comisión puso en marcha el Festival de Flamenco que todavía continua. Un año fui al festival de Granada a escuchar a José Menese. El cantaor en el recital dijo que había lugares tan lejanos como Zamora donde se sabe y gusta el flamenco.

-Usted fue socio fundador del Florián de Ocampo y su vicepresidente durante 17 años.

-Se puso en marcha en 1975. José Serrano Carbajal nos llamó a un grupo de personas para ponerlo en marcha. No había ni un duro por lo que era muy difícil llevar a cabo actividades. El primer presidente fue Gerardo Pastor y luego vino Miguel Ángel Mateos, una época en la que ya comenzó a estar vinculado a la Diputación. Llegué a la vicepresidencia porque me lo pidió Miguel de Unamuno. Me llevé muchas satisfacciones en mis 17 años como vicepresidente del Florián. Montamos el sistema de becas, que dio muy buen resultado con investigaciones muy interesantes la mayoría de ellas publicadas en los Cuadernos de Investigación. En los últimos años hubo que dejar una beca desierta por falta de calidad porque no respondían a las expectativas que teníamos. Además se patrocinaron una serie de investigaciones sobre el traje y hasta hubo becas artísticas pero ante la escasa calidad solo hubo tres convocatorias.

-En la edición facsímil "Alianza y condena" estuvo muy implicado.

-Luis García Jambrina quien ha estudiado muy bien la poética de Claudio Rodríguez propició la magnífica edición facsímil de "Alianza y condena", una joya bibliográfica que está agotada, de la que fui coordinador.

-Usted fue muy amigo de Claudio Rodríguez, ¿debería de dedicársele algún físico para que su poética esté presente?

-No lo sé, ya funciona el Seminario Permanente Claudio Rodríguez. Fuimos muy amigos desde la infancia y la primera crítica del "Don de la ebriedad" la escribí yo en una revista universitaria de Madrid. Era un poeta nada fácil, muy lento de elaboración.

-En el homenaje que se le tributó José Luis Coomonte reclamaba una calle con su nombre en gratitud por todo el respaldo que dio a la cultura.

-Mis méritos no son tantos. (se sonríe). Además, hay una experiencia muy triste. Le dieron una calle al historiador religioso más importantes de España, el jesuita Quintín Aldea, en Pinilla y nadie sabe exactamente dónde está.

-La asociación de Amigos de Baltasar Lobo propone unir a Lobo con otros artistas en un centro de arte contemporáneo.

-Tal y como están las cosas no lo veo muy factible. Todas las administraciones están escasas de fondos. Un lugar muy bueno podría ser el Antiguo Palacio de la Diputación pero ahí va a estar la Fundación Ortega Marañón.