Con el cirio en la mano, como es habitual, los feligreses de la parroquia de Lourdes recorrieron ayer las calles del barrio para dar fin al novenario en honor de la Virgen.

La procesión de las antorchas cumplió ayer 32 años desde que en febrero de 1985 el sacerdote Rogelio Prieto decidiera apostar por esta actividad para unidad al vecindario en honor a la imagen de Lourdes.