En los primeros años del nuevo milenio comenzó a popularizarse en la ciudad el llamado Pórtico de Semana Santa, una serie de conciertos organizados por las hermandades como prólogo de las procesiones. Aquellas actuaciones fueron la semilla de un ambicioso festival que acabaría forjándose en uno de los principales embajadores de la ciudad en toda Europa, convirtiendo la música -y por ende, la cultura- en un sello genuino de Zamora. El prestigioso grupo internacional L'Arpeggiata acaba de señalar, con el anuncio de su presencia en el ciclo el próximo mes de abril (la fechas del festival serán el 31 de marzo y el 1 y 2 de abril próximos), por dónde irá la partitura de esta edición que hace un guarismo mágico, la número quince.

El viejo sueño de crear un festival importante que pusiera en valor el patrimonio arquitectónico y cultural de la ciudad a través de la música se fue consolidando, año tras año, con la ayuda de algunos de los mayores exponentes de la llamada música antigua. Y el exponente universal más claro de la capital, el arte románico, fue parte del éxito. Desde la primera edición, en 2003, la iglesia de San Cipriano se ganó su autoridad como auditorio con la nada despreciable visita de Jordi Savall y The Tallis Schollars.

En alguna ocasión, el director del Pórtico, Alberto Martín, ha justificado que el ciclo necesitaba contar con un templo que tuviese una buena acústica -todos los artistas que han pasado por San Cipriano han destacado su generosa sonoridad- y, al mismo tiempo, que careciera de culto religioso y permitiera numerar las localidades. El Obispado dio carta blanca a los impulsores del Pórtico, que puntualmente se ha "escapado" a lugares vecinos como la iglesia arciprestal de San Ildefonso o la propia Catedral.

Faltaba, eso sí, "vestir" la propuesta con una imagen moderna y seductora. Y esa quizá ha sido la principal preocupación de los organizadores. Año tras año, el Festival ha elaborado un "envoltorio" con nombre y apellidos que describían el hilo conductor de la música que se iba a interpretar con una llamada directa a las emociones y, si cabe, al misterio de la música. "Liber Mariae", "El trino lazo", "Ave lux", "El espejo de Dios", "Loco era el melancólico"? son algunos de los títulos de ese arcano solo desentrañable cuando el espectador acudía a un templo románico del siglo XII y una música evocadora comenzaba a brotar bajo luces de colores.

En estos catorce años -a las puertas de la décimo quinta edición- no solo Jordi Savall ha prestado su categoría al festival. Formaciones e intérpretes como Schola Antiqua, Tenebrae Consort, La Grande Chapelle, Mark Padmore o Les Arts Florissants han hecho la propuesta irresistible, no solo para los zamoranos, sino también para un público de otras capitales que ha convertido Zamora en un compromiso fijo en su agenda.

En algunos casos, no solo se trataba de interpretar música de hace varios siglos, sino de ayudar al espectador a entender el ambiente cultural, también religioso, de la época. El ejemplo más evidente de esa voluntad tuvo lugar en 2010, en la edición "El espejo de Dios". La Grande Chapelle y Schola Antiqua desenpolvaron la partitura de Juan García de Salazar, maestro de capilla de la Catedral en el siglo XVII, para recrear un lejano ceremonial del Domingo de palmas. Además de la música y el sermón, no faltó la procesión en el interior de San Cipriano, una verdadera máquina del tiempo hacia el pasado. En 2016, la formación de música medieval Tasto Solo "rescataron" antiguas partituras de un códice zamorano similar al del monasterio burgalés de Las Huelgas. Las notas de instrumentos singulares, algunos de ellos ya desaparecidos, sumergieron al auditorio en fechas lejanas.

Precisamente, una de las formaciones de prestigio que han pasado en dos ocasiones por el Pórtico -2007 y 2010- ya ha confirmado que volverá para ofrecer un tercer concierto. Se trata del grupo europeo L'Arpeggiata que dirige Cristina Pluhar y cuya presencia en la ciudad el próximo 1 de abril -los sábados suelen estar reservados a la actuación central del Pórtico- ha generado ya una notable repercusión en las redes sociales.

Más allá de la ortodoxia musical, L'Arpeggiata se comporta ante el escenario con un objetivo que supera la interpretación: tratan de divertir al público. Propuestas como "Music for a while" sobre autores como Henry Purcell resultan excepcionales. L'Arpeggiata festejará el décimo quinto cumpleaños del Pórtico y, quién sabe, quizá vuelva algún día con una de las grandes estrellas con las que han colaborado -anhelada por los organizadores-, el gran Philippe Jaroussky.