En las últimas décadas han surgido términos y expresiones vienen a ajustar el significado a nuevas modas o realidades. Hace tiempo ya que se habla de un "turismo religioso" para describir los viajes de millones de personas hacia lugares santos con un marcado objetivo espiritual. Hay también un "turismo belenista", al menos, en nuestro país. Miles de personas se desplazan por la piel de toro desde las primeras semanas de diciembre persiguiendo las propuestas más novedosas, el belén más lujoso o el montaje más tradicional. Y así recorren el Belén del príncipe en el Palacio Real (Madrid), la exposición del Círculo de Bellas Artes de Sevilla o la espectacular recreación que este año acoge Bilbao dado vida a las piezas de museo del maestro Salzillo.

Zamora se ha ganado un hueco en esa gran ruta nacional a base de ilusión, esfuerzo y creatividad. "Nos visita gente de todos los lugares del país -Salamanca, Valladolid, Tarragona, Cádiz- en un viaje selectivo, porque recorrer todos los espacios sería imposible", explica Francisco Iglesias, presidente de La Morana. Las parroquias y las cofradías de la Pasión se han sumado a esa "ruta interior", un clásico de estas fechas. "Nos parece estupendo que cada año haya más belenes. En general, creo que empiezan en La Encarnación, visitan el nuestro en la Catedral y luego acuden al Centro de Ciudades Medievales para ver el del Ayuntamiento", afirma Tomás Fernández, responsable de la asociación Amigos de la Catedral de Zamora.

Calidad y originalidad. Esa es la premisa de los montajes zamoranos. La nueva propuesta de La Morana bajo el título "Hijo de David" ha llamado la atención por la espectacularidad de sus recreaciones historicistas. "Llevamos ya 18.000 visitas y estamos realmente satisfechos. Ha ayudado el tiempo que, aunque frío, no es lluvioso. Confiamos en que la prolongación de la apertura hasta el 8 de enero para aprovechar el fin de semana haga crecer los datos de visitantes", explica Francisco Iglesias. En todos los casos coinciden en que el domingo, día de Navidad, fue el de mayor tirón: 2.400 personas en La Encarnación, 1.600 en el Centro de Ciudades Medievales y "muchísimo público" en la Catedral, donde "el escenario y el infierno es lo que más ha llamado la atención", revela Tomás Fernández.

La Encarnación y la Catedral se llevan la palma, pero el Centro de Ciudades Medievales comienza competir por la singularidad de la instalación, su emplazamiento frente al Duero y el montaje que este año ha vuelto a realizar la Morana. "Intentamos hacer algo diferente y en este caso, una propuesta más popular que gusta mucho, sobre todo a los niños", añaden desde La Morana, responsable del belén municipal.