Desde riachuelos del color de la plata hasta Niños Jesús de toda condición, pasando por pozos, panaderos, pastores, patos y hasta un cerdo en pleno mes de las matanzas. Así es el nacimiento que acoge desde hace unos días un recoveco de Valorio junto al arroyo del bosque. El improvisado belén nació fruto de la casualidad y ahora cuenta con más de un centenar de piezas que zamoranos anónimos aportan para engrandecer el escenario. No importa la calidad ni el tamaño de los elementos, tampoco si son históricos o simplemente ornamentales, tales como bolas navideñas o espumillones. Todo vale en este belén popular cuya cabeza pensante lleva el nombre del zamorano Tomás Pedrero Vidal, para quien "cualquier aportación es bien recibida".

El proyecto arrancó hace tres años, cuando el zamorano decidió instalar un nacimiento de una vieja promoción de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA junto a un árbol del bosque Zamora. "Haciendo limpieza iba a tirar la bolsa con las piezas, pero luego dije: ¿Y si en vez de deshacerme de ellas las coloco en el árbol?", explica el zamorano, ligado al ámbito educativo y paseante habitual por Valorio.

La iniciativa fraguada en 2014 tuvo respuesta de inmediato, aunque "nunca tanto como este año", explica. El proyecto "refleja ilusión, sobre todo, por parte de los niños, que les gusta ir por el bosque, poner su aportación al portal y observar cómo cada día el belén es diferente", explica Pedrero.

El respeto había sido, hasta el momento, la nota predominante del nacimiento encantado, dando ejemplo de un civismo que ayer mismo se rompió. "Esta misma mañana -por ayer- algún desalmado o desalmada se ha llevado figuras, casas y un precioso puente del belén artesanal hecho a mano", lamenta Pedrero después de tres años sin ningún problema. A su juicio, "es una auténtica pena por la desilusión de esos niños que llevan sus figuras, pero no van a poder ni con la alegría ni con la emoción con que vamos a reponer lo que se han llevado". No obstante, hace un llamamiento: "Si tienen un poquito de corazón, que lo vuelvan a dejar".

El nacimiento natural, en pleno pulmón zamorano, permanecerá junto al arroyo que recorre el bosque hasta que concluyan las fechas navideñas. En ese momento, Pedrero recogerá cada pieza para volverlas a instalar durante las próximas fiestas: "El primer año me bastó con una pequeña cajita para las quince o veinte piezas... ahora tendré que llevar varias bolsas", bromea, sorprendido por el calado del espontáneo proyecto y por la respuesta de los zamoranos. Tanto es así que el propio Pedrero ha colgado en las redes sociales un mapa con la localización exacta del nacimiento. De este modo, "todo el que quiera podrá contribuir, hacer que el portal de Belén crezca o, simplemente, visitarlo mientras camina". Un paseo con sorpresa navideña en un escenario verde de cuento. Y por muchos años.