La revolución de la educación como punto de inflexión para el desarrollo de la mujer es la base de la que emerge la exposición "30 pioneras y Zamora". La comisaria de la muestra también tiene nombre de mujer, el de Margarita Márquez Padorno. Aunque es doctora en Historia de los Medios de Comunicación Social por la Complutense de Madrid, licenciada en Periodismo e investigadora de la Fundación Ortega-Marañón, Márquez Padorno es, sobre todo, defensora de la mujer. Su papel como comisaria de la muestra que acoge el antiguo Palacio Provincial de la Diputación hasta el 24 de enero abre la puerta al reconocimiento, a la historia y a la reflexión sobre la evolución de la mujer.

-El emblema de la muestra está inspirada en una viñeta del New York Times titulada "El cielo es ahora su límite" para celebrar el voto de las mujeres como primer paso a un ascenso sin límites, pero con trabas. ¿Cuál es el simbolismo de la imagen, con esa mujer cargada con su yugo y sus cubos al pie de una escalera?

-Es una imagen muy actual, pese a ser de 1920, y representa la gran lucha que tuvieron que afrontar las mujeres norteamericanas, una lucha muy dividida además. Durante ese año lograron ganar una gran proposición de ley que se convirtió en la 19 enmienda constitucional. Su autor, Bushnell, era uno de los mejores dibujantes de la época y yo he elegido esa viñeta como emblema de la muestra por todo el simbolismo que engloba. Ilustra a una mujer de clase humilde y la pone al pie de una escalera que está llena de peldaños y cada uno representa un logro. Ese yugo se puede llamar conciliación familiar.

-El último peldaño representa la presidencia del Gobierno y aún estamos en ésas...

-Es que dentro de nada la viñeta cumplirá 100 años y seguirá siendo actual. Me parece muy simbólica y, pese a todo, la mujer no ha logrado dirigir un país, llámese España o Estados Unidos.

-¿Hubiese sido posible una Residencia de Señoritas antes de ese 1915 en que nació, es decir, la revolución educativa de la mujer pudo haber adelantado el reloj?

-No, y digo no por una razón legal. Es en 1910 cuando se aprueba por ley la posibilidad de que las mujeres obtengan su título de licenciadas y doctoras, y poder ejercer sus profesiones en esos ámbitos. La nueva Ley de Educación promovida por Julio Burell permitía el acceso de la mujer a los estudios universitarios y De Maeztu, inspirada por la Educación de Libre Enseñanza, decidió utilizar edificios vacíos de la Residencia de Estudiantes para poner en marcha el proyecto no debido a una demanda, sino para crear expectativas. Hasta ese momento, hubiera sido imposible.

-Zamora fue una provincia donde la mujer luchó mucho en el medio rural. De hecho, la exposición saca a la luz nombres anónimos zamoranos. ¿Cuál fue el papel zamorano en la revolución femenina?

-Hablamos no ya de una revolución de la mujer sino de sus propias familias. Hay una carta que no está expuesta de un padre en la que cuenta cómo su hija se presenta a unas oposiciones, pero que nota cómo los jueces del tribunal e incluso sus propios compañeros no le miran igual. En ese caso, le pide a María de Maetzu que en un mundo que quiere ser igual su hija también quiere serlo. En España, la "res pública" es la que más igualdad de oportunidades proporciona pero no solo por razón de sexo, sino también por razón de clase social. Todas estas familias tienen un punto en común, bien porque la familia entera tiene un punto de liberalismo enorme, bien porque las circunstancias conducen a la mujer a ese punto de liberación. Es el caso de la zamorana Delhy Tejero, cuyo padre enviudó muy pronto y tuvo que hacer de madre también, dándole una óptica de la situación muy diferente.

-Esta explosión educativa se logra en los años 30. ¿Qué ocurrió seis años después, fecha clave en la historia de España?

-Fue una especie de bomba que destruyó absolutamente toda la educación superior, todo se va al garete. Fue una labor muy larga fruto del papel de esas otras mujeres como Pardo Bazán, obligadas a vestirse de hombre para desarrollarse. Todas van haciendo mella y las tres generaciones están muy diferenciadas pero tienen un reto común: la lucha.

-La única zamorana viva de esa Edad de Plata española es Laura Iglesias. ¿Cuál fue su papel como brillante astrónoma y cómo han conseguido reconstruir la historia?

-Ella fue pionera en el uso de la espectroscopia atómica que ayudó a conocer el comportamiento de las estrellas y sus movimientos. Su labor fue tal que existe un premio Laura Iglesias instituido por la Junta de Castilla y León para reconocer la labor de las mujeres científicas. A raíz de la difusión de noticias sobre este premio di con un sobrino suyo que me informó sobre el estado de la benaventana. Ella tiene, además, un mérito añadido, ya que fue una gran investigadora durante el franquismo.

-Las figuras masculinas de la Edad de Plata son de sobra conocidas, como Pío Baroja o García Lorca. ¿Por qué los nombres de las mujeres han estado tan ocultos?

-Es una tendencia general. La mujer intelectual por excelencia es Marie Curie, a quien se le conoce más por haber muerto por los rayos X que inventó y por sus hijos deformes que por sus premios nóbeles en el mismo año de Física y de Química. Sin embargo, y a pesar de lo cruel de la situación, a Ramón y Cajal no se le conoce como el tipo que dejó morir a su hija pequeña siendo médico por estar volcado por completo en sus investigaciones, sino como el primer premio nobel de Medicina de España. La historia es así de injusta. Pasa lo mismo que con Cándida Cadenas, que introdujo la Educación Física en España, pero la losa del olvido cayó sobre ella cuando se introdujo en la Falange, algo que se le perdonó a muchos hombres. A otros, como a Adolfo Suárez, gran presidente, se le pasó por alto. Los pecados se nos perdonan menos a nosotras, es un hecho.

-¿Están superadas estas desigualdades?

-En absoluto. El techo de cristal sigue siendo nuestra batalla. En España solo una de cada diez mujeres es catedrática a pesar de que más del 60% de los alumnos en las aulas son mujeres. Desde mi experiencia como profesora, en las clases ha habido una regresión y priman la belleza al intelecto por mucho que digan lo contrario. Mis chicos no leen y es dramático saberlo después de lo mucho que se ha luchado. Eso sí, solo llegaron a lo más alto las que no tenían ninguna duda de que iban a conseguirlo.

-¿Qué precio pagaron por ello estas mujeres de la revolución intelectual?

-Eran tratadas como apestadas, excéntricas e incluso criminales. Cada una tuvo su precio, aunque a menudo tenía que ver con su posición social. Hay otra cuestión, aunque suene fuerte decirlo, y es que en el caso de las mujeres zamoranas, la mayoría no tuvo hijos y eran solteras porque una persona así en esa época era difícil que encontrara pareja. Al hombre siempre le ha dado mucho miedo tener una mujer así a su lado y, además, ellas podían ser más selectivas en esa situación.