Tras unos años en los que la inteligencia emocional se ha posicionado como clave para desarrollar habilidades entre los seres humanos, el filósofo, escritor y educador Josemi Valle da un paso más e introduce la inteligencia social, ésa encargada de "pavimentar las interacciones con los demás". De padres zamoranos y muy vinculado a Villaescusa, el escritor presentó ayer en la Biblioteca Pública de Zamora su nuevo trabajo "La capital del mundo es nosotros".

-¿Qué es la inteligencia social?

-Los seres humanos hemos hecho de la convivencia un destino irrevocable y convivimos de forma inevitable. De ahí surge la inteligencia social, una disciplina que estudia cómo orquestar esa convivencia y cómo articular las interacciones de cada una de esas personas. Se trata de estudiar el comportamiento social del individuo, predispuesto a mantener relaciones óptimas con otras personas.

-¿Están las redes sociales menoscabando las relaciones sociales?

-Como todo, depende del uso que se le den. A priori, su éxito reside en que vinculan socialmente y el ser humano es sociable por naturaleza, ya lo decía Aristóteles. En las últimas décadas se ha vivido una regresión porque se ha enfatizado mucho el carácter individual y en realidad ha habido una perversión: creemos que ser individualistas es ser autosuficientes y son conceptos diferentes. Somos seres interdependientes porque necesitamos al otro.

-El resultado de ese estudio de la inteligencia social es un ensayo titulado "La educación es de todos, incluido tú". ¿A qué se debe esa interpelación tan directa?

-A involucrarnos a todos, sea cual sea nuestro papel.

-¿Nos lavamos las manos a la hora de poner en práctica la educación como padres, periodistas, profesores, escritores... cada uno en su rol?

-Totalmente. Tendemos a apuntar al otro para eximirnos de responsabilidad y, en muchos casos, se la otorgamos a la educación reglada, como si fuera de las aulas no hubiera educación. Cada comportamiento encierra una lección y por eso hay que ser ejemplarizantes a cada instante.

-¿Qué le parecen las escuelas alternativas a la tradicional, las no regladas?

-Toda escuela en la que los saberes técnicos queden un tanto orillados a favor de un saber más humanista me parece bien. ¿Para qué queremos medios si no sabemos los fines?

-Recala en Zamora para presentar "La capital de mundo es nosotros", el punto de arranque de un trilogía sobre aspectos nucleares de las interacciones humanas. ¿Por qué ha decidido poner el foco en esa parte del ser humano?

-En realidad, no hay un porqué concreto, pero creo que es importante analizar las relaciones desde la dimensión social. La trilogía se llamará "existencias al unísono" y en ella he abordado la dimensión social, la sentimental en el segundo libro y el diálogo, en un tercero. Los sentimientos son productos culturales y sociales, y se pueden orquestar o modificar para favorecer la convivencia o para perjudicarla.

-Usted es gran aficionado a la música, tanto que ha publicado trabajos sobre rock. ¿Qué papel cumple la música en esa relación entre humanos?

-La música, como las humanidades en general, son proyecciones de nosotros mismos. El ser humano trata de comprenderse y si nuestro conocimiento se circunscribiera a nuestro mundo empírico personal tendríamos muy poco conocimiento. Todas estas disciplinas nos permiten conocer otras realidades y experiencias para poder entrar en contacto con la complejidad humana.

-En su blog "Espacio suma no cero" hace alusión a que la ley es el fracaso de la ética. ¿Tan mal andamos de ética?

-Muchos imperativos éticos que consideramos fundamentales para que la convivencia sea un lugar amable se acaban convirtiendo en ley cuando son vulnerados de forma sistemática. La ética no es obligatoria pero la ley, sí.

-La polémica Lomce puede ser un ejemplo de todo esto...

-Pues, si te soy sincero, no tengo ni idea. Lo que sé es que está muy bien disentir y ser desobediente, la humanidad solo ha progresado en actos de disensión, de lo contrario, estaríamos todavía pintando bisontes en Altamira.

-Nunca ha habido tanto bulling y ciberbulling como en los últimos años. ¿A qué lo achaca?

-No tengo tan claro que antes no existieran tantos casos. Creo que ahora la sensibilidad está mucho más afilada y hay más información. De hecho, creo que nunca antes ha estado tan censurada la violencia como ahora.

-La pobreza "agujerea el bolsillo y el cerebro", dice en su blog. En estos momentos donde la pobreza energética está en sus índices más altos, ¿cómo evitar que ese mordisco al bolsillo deje libre el pensamiento?

-Es muy difícil. La declaración universal de los derechos humanos reivindica que todo ser humano debe poseer dignidad, que es el derecho a tener derechos. Además de los derechos civiles de primera generación, están también los de segunda, que son los sociales y los económicos, porque sin unos recursos mínimos es imposible que el ser humano se pueda desarrollar.

-Uno de sus libros tiene la dignidad por título Se trata de "El trabajo dignifica y cien mentiras más". ¿Ironía?

-¡Claro! El trabajo puede dignificar... o no. También te puede aburrir, mustiar e incluso te puede robar la dignidad, que opera en otra esfera completamente distinta.