El escritor Ben Clark participó ayer en la XV edición de los Encuentros Literarios con alumnos de Bachillerato, promovidos desde la Biblioteca Pública del Estado. El poeta habló ante más de 150 alumnos de cuatro centros de la capital.

-¿Cómo llegó al mundo de la poesía?

-De muy pequeño y sin un detonante. Mis padres no son grandes lectores de poesía, aunque mi madre nos leía mucho. Empecé a escribir canciones infantiles y llegué a las lecturas de poesía a raíz de lo que yo hacía. Compré una antología de Rubén Darío, con unos 13 años, y cuando la leí, entendí que eso es lo que quería hacer. Toda mi adolescencia leí poesía, la compraba y la sacaba de la biblioteca porque quería entrar en contacto con este mundo. Cuando me dieron la beca de la Fundación Antonio Gala cambié la forma de entender la poesía. Moldeé mis versos más hacia una reflexión alejada de los sentimientos que pudiera tener, pasé a verlo más como una creación de arte, creas conscientemente con una idea estética.

-¿Mantiene ahora esa perspectiva?

-Intento escribir el poema como me salga dándome libertad para escribir como sienta en ese momento, pero luego me pongo el traje de corrector, miro mi obra con la distinta suficiente como para entender cuando hay un error y algo no funciona. Un chiste bueno es bueno porque tiene una relojería y la misma mecánica tiene un poema. El buen poema es aquel que el lector siente que le ha salido al momento al poeta aunque esconda un gran trabajo.

-El poemario que ha comentado con los jóvenes lectores es de la obra que más tiempo le ha llevado.

-Es un poemario que he tardado más por la confluencia de circunstancias. Por un lado una cuestión editorial, porque ha ido mutando parecía que iba a ser publicado o luego no. El tiempo avanzaba y en estos tira y afloja el poemario ha sumando poemas y perdido otros. Ha salido uno mejor que si se hubiera editado en su momento. En "Los últimos perros de Shackleton" tomo la aventura tremendamente épica de

Ernest Shackleton que hace un siglo viajó a la Antártida y la conjugo con el amor, utilizando su periplo como una metáfora de los distintos momentos que puede atravesar una relación o varias relaciones. Hay poemas que hablan de los celos, de esperanza, de entrega?son momentos diferentes pero tienen en común la idea de que el amor es tremendamente complicado y que exige de nosotros las mismas habilidades y valentía que tuvo Shackleton.

-Apela a la valentía en unos tiempos en los que el compromiso no se estila.

-No hay un planteamiento moral sobre lo que debe ser una relación pero el mensaje de fondo es que hay que intentarlo.

-Al inicio del libro usted sitúa la frase "porque resistimos, conquistamos", ¿implica un alegato sobre la poesía?

-Sí creo que la poesía es una forma de resistencia contra la velocidad, contra el ruido y contra la indiferencia. La poesía al final nos conquistará a todos porque nos conquista a diario incluso con los videos de gatitos de Facebook, hay algo imposible de describir que es la poesía en su sentido más amplio.

-Menciona las redes sociales. ¿Cómo ve la divulgación de versos a través de Internet?

-No es un vehículo bueno para crear nuevos lectores de poesía que deben formarse dedicando tiempo, aunque están muy bien para desmitificar al escritor y aproximar a los autores a los lectores.

-Con "Hijos de hijos de la ira", premiado con el Hiperión, le calificaron como un poeta clave de su generación.

-No sé si es así, pero sé que he trabajado con absoluta convicción desde el principio. El ser clave o no lo dice el tiempo y que, afortunadamente, depende de los gustos literarios de cada persona. (Risas).Todos las palabras positivas son un aliento y, a veces, un poco de losa pues te ayudan y también te intimidad. No obstante, hay que pensar que lo que tú haces gusta a una gente y a otra no y es muy bueno que así sea. No espero que mi poesía guste a todo el mundo ni que la deteste todo el público.

-¿Es un autor comprometido con la poesía?

-Sí desde luego y absolutamente comprometido con los lectores de poesía. Yo quiero que el libro tanto su contenido como su aspecto físico esté lo mejor posible y quiero que los lectores de poesía, ya sean 100, 200 o un millar, tengan el respeto que se merecen. La poesía no es absolutamente necesaria pero el lector tiene que darle una oportunidad porque si aciertas con el poeta, que no tiene que ser ni Ben Clark, ni García Montero ni Claudio Rodríguez, sentirás que tienes un amigo para toda la vida y no debe de dejarse de indagar hasta dar con esa voz.

-Usted también es traductor. ¿Cómo llega a esta vertiente?

-Por una mezcla de supervivencia y de amor. Es un trabajo que aporta un dinero dado que como escritor es muy difícil sobrevivir y es una forma estupenda de aprender, es la mejor escuela de poesía. Traducir es un vicio tremendo y cuando uno empieza quiere seguir haciéndolo. (Risas). Ahora estoy intentándolo con la obra de varios poetas de más o menos mi edad del Reino Unido que en España son totalmente desconocidos. Se trata de personas que tienen un perfil muy interesante y que pueden aportar mucho para entender también lo que está pasando ahora mismo en otros lugares.