En torno a un 30% de la población presenta reacciones desfavorables o adversas, la mayoría intolerancias, a los alimentos, pero de ellas tan solo entre un 2% y un 3% son alergias, y un porcentaje un poco mayor en niños. Los veterinarios de la Universidad de León Rosa Cápita González y Carlos Alonso Calleja abrieron ayer en el Colegio Universitario las Jornadas de Otoño de la Fundación Caja Rural, realizadas en colaboración con el CLUB LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, con una conferencia sobre intolerancia alimentaria e industrias de los alimentos.

Intolerancia a la lactosa o al gluten (esta última en realidad con un componente alérgico) o las reacciones desfavorables a la leche o al huevo son algunas de las más conocidas. Los especialistas consideran que "quizá aumenta un poquito la prevalencia de las alergias", pero seguramente el motivo por el cual parece que hay cada vez más se debe sobre todo a que hay una mayor preocupación de las personas por estos asuntos y mejores métodos de diagnóstico. "Hace años si te sentaba mal la leche simplemente no la tomabas, elegías otros alimentos. Hoy en día normalmente la persona se preocupa, acude al médico y le diagnostican intolerancia a la lactosa", explicó Cápita.

Los conferenciantes están convencidos de que ahora "comemos mejor y más seguro", ya que "la industria está cada vez más controlada, está reaccionando con productos para necesidades especiales, como los celiacos, e incluso muchas veces tienen unos controles que exceden a los que marca la normativa". Pero, indicó Alonso "en alimentación el riesgo cero absoluto no existe". Y se introduce también otro factor, el de los modelos de vida. "Ahora no tenemos tiempo de pasar media mañana en la cocina y se tiende a alimentos cada vez más procesados, que se cocinan en cinco minutos". El veterinario cree además que los horarios españoles, con un tiempo tan prolongado para la comida principal van a tender a desaparecer, en favor de estructuras más parecidas a las anglosajonas, con almuerzos más cortos.

Hay además una normativa que entró en vigor en diciembre de 2014 que obliga a reflejar la presencia de hasta catorce alergenos, no solo en productos envasados, sino también en tiendas de productos frescos, bares y restaurantes. Los expertos creen que falta todavía tiempo para que se cumpla con rigor una normativa que incluso permite la información verbal, aunque consideran que se está avanzando. "Que pase hoy algo como lo de la colza sería impensable".