"A veces me pregunto qué hago yo aquí y me siento extranjera en mi propia tierra". Es la reflexión de Isabel Monforte, religiosa zamorana del Amor de Dios, que pasó catorce años de su vida entre Bolivia y Chile evangelizando. Sin embargo, "a veces creemos que vamos a enseñar y los que te evangelizan son ellos a ti", sopesa Monforte, convencida de que "allí disfrutan de verdad, saben vivir la vida y valorar cada cosa que tienen". Como ella, 130 hombres y mujeres de la diócesis de Zamora desarrollan su labor misionera en 37 países del mundo. La mayoría son religiosos, religiosas y sacerdotes, en igual proporción de hombres y mujeres, y con un escasa representación de laicos. "La mitad de ellos realiza la misión en América Latina", explicó ayer David Villalón, delegado diocesano de Misiones, durante la presentación de la Jornada Mundial de las Misiones. Además de la recolecta del domingo, el sábado tendrá lugar la tradicional misa de envío a las 10.30 en el seminario.

El Domund, que se celebrará el próximo domingo, lleva este año por lema "Sal de tu tierra" y cumple su 90 aniversario. Se da la circunstancia de que la diócesis de Zamora, junto con la de Santander, fue la primera en celebrar el Domingo Mundial del las Misiones en España. Durante la pasada campaña, Zamora recaudó 65.225 euros, la mayor parte, procedente de parroquias y colegios. Cada euro que aporten los zamoranos "va directo a proyectos sociales y de evangelización, como la construcción de capillas, la compra de catecismos o los dispensarios de medicinas", ejemplificó Villalón. La recaudación del pasado año bajó en casi 2.000 euros con respecto a 2014, pero se incrementó en más de 6.000 en relación a 2013.

Para Monforte, vivir la misión es "romper las fronteras del egoísmo, encarnar el amor de Dios en la vida y tener misericordia", planteó. Sin embargo, igual que "el Señor me mandó salir de Zamora, en el año 2000 me mandó regresar para transmitir la fe aquí y contar a mis alumnos de 1 y 2 de la ESO del Sagrado Corazón de Jesús lo que yo viví allí", expone la religiosa, convencida de que "el misionero necesita de cada uno de nosotros para ayudarles, salir a los caminos y curar las heridas de la humanidad".