Una carta recuperada del padre Filadelfo Arce Díez, primer rector de la Universidad Laboral de Zamora, fue el germen para organizar un homenaje a la figura de este religioso, que puso en lo más alto de la educación a la capital durante los años cincuenta. "Me encontré la carta hace tiempo y comencé a preparar este encuentro", recuerda uno de los estudiantes, Ángel San Juan, promotor de este evento, que ayer reunió a cuarenta personas llegadas de diferentes puntos de la ciudad. Desde Madrid hasta Cataluña, pasando por País Vasco o Andalucía, además de la propia provincia, todos coinciden en que el padre Filadelfo Arce era "una persona excepcional, al que se le debía de haber hecho un homenaje en vida". El sacerdote falleció hace cuarenta años, en 1976.

"Ante todo es un reencuentro de viejos amigos", destacaron los participantes, algunos de ellos miembros de la primera promoción de la Universidad Laboral, la que recorre desde el año 1953 a 1958. En esa época la Universidad Laboral ofrecía los estudios de Maestría Industrial "pero también había carpinteros, impresores o electricistas", enumera San Juan, quien pertenece a la quinta promoción de estudiantes.

El encuentro comenzó con una visita a las instalaciones de la Universidad Laboral, de la mano de su actual director, Carlos Macías Laperal, quien fuera también antiguo alumno del centro. Pudieron con él recorrer desde los talleres hasta los laboratorios, el comedor o incluso el patio del centro, plagadas todas esas estancias de recuerdos de su época estudiantil.

María Auxiliadora

Cinco sacerdotes oficiaron después de la visita guiada una eucaristía en la iglesia de María Auxiliadora en recuerdo del primer rector del centro -con una emotiva carta recordando su papel en la Universidad Laboral leída por uno de los participantes en el acto de homenaje- para continuar con un paseo por la ciudad, a la que muchos no habían vuelto desde su etapa de estudios.

Como colofón a la jornada de convivencia, todos los participantes siguieron compartiendo recuerdos de estudios alrededor de la mesa para poner el broche de oro a una jornada de homenaje al familiarmente conocido como padre Fila.