Medio centenar de profesores participa esta semana en el curso de programación neurolingüística aplicada al aula, dentro del Centro de Formación del Profesorado e Innovación Educativa (CFIE), impartido por la experta Montse Hidalgo, que confía en el buen hacer de los docentes para mejorar la educación del país y apuesta por la utilización de nuevas herramientas para que las generaciones futuras se afiancen en aspectos tan esenciales como inteligencia emocional.

-¿Cómo se puede motivar a los profesores en la actualidad?

-Muchos han perdido la motivación, aunque todos ellos entran con una gran vocación. Lo que hay que hacer es recordarles para qué hacen lo que hacen, ahí está la clave. Comienzan con muchas ganas de enseñar, pero en el día a día pierden ese interés. Hay que recordarles su objetivo: 25 cabecitas de 25 niños que dependen de ellos. Eso les ayuda a recordar la razón por la que se metieron en esto.

-¿Cuáles son estos obstáculos que desmotivan al profesor?

-Uno es que la figura del maestro ha perdido esa connotación de respeto y autoridad y a veces se encuentran con alumnos que no les respetan dentro del aula, cuando ellos lo que quieren hacer es darles lo mejor. Por otro lado, hay mucha burocracia y papeleo, desde llegar a currículo hasta múltiples reuniones. Todo este exceso les hace sentir desmotivados, al dedicar tanto tiempo a cosas que no son para nada enseñanza en sí. Por último, no es una profesión muy bien pagada, si se tiene en cuenta que se trata de profesionales que se dedican a educar a nuestros hijos.

-¿El profesor se tiene que dedicar exclusivamente a enseñar, o también tiene su responsabilidad a la hora de educar?

-Bajo mi punto de vista, la educación tiene que ser conjunta entre familia y escuela. Para mi hijo de cinco años lo que dice su profesora va a misa. Ella le está influyendo en quién será en un futuro, porque está formando sus primeros patrones mentales. Se debe dar una educación conjunta, porque los padres tienen que dar esa educación en casa, pero también el niño pasa muchas horas en el colegio. Sobre todo en los primeros ocho años de vida, que es cuando se forma la personalidad.

-¿Cómo se puede potenciar la labor del profesorado?

-Creo que con el gran trabajo que se está haciendo desde los Centros de Formación del Profesorado e Innovación Educativa (CFIE), donde se habilita a los profesores con herramientas tan necesarias como inteligencia emocional, programación neurolingüística, mindfulness, habilidades sociales, coaching? Todas ellas les habilitan no solo para enseñar, sino para capacitarlos en otra serie de técnicas que les puedan ayudar a impartir su materia, en la que ya son expertos. También les ayuda a poder gestionar las emociones o los conflictos dentro de un aula.

-¿Y cómo se puede potenciar la atención del alumno?

-El estudiante hoy en día vive en un mundo más interactivo y más dinámico, no son las clases de nuestra época, tan estáticas. Viven ya con Internet y es difícil competir contra eso, por muy interesantes y motivadores que sean los profesores. Lo que hay que hacer es despertar en ellos las ganas de aprender, no tanto meter conocimientos y darles información, porque eso ya lo tienen en Internet. Se trata más de despertar las ganas de aprender y de que quieran ser mejores, para empezar a aprender por ellos mismos. Cuando un profesor es capaz de despertar el hambre de aprender, el alumno aprende lo que sea.

-Como experta en inteligencia emocional, ¿es una materia que ya está insertada en el aula?

-Estamos ya haciendo bastantes cosas, soy optimista en ese aspecto. Saber cómo corregir y cómo enseñar a un niño a expresar sus propias emociones y que lo pueda hacer dentro de una clase es muy liberador, tanto para el alumno que está con el problema como para el resto de la clase.

-¿Ayudaría a solucionar problemas como el acoso escolar?

-El denominado bullying es una falta de inteligencia emocional, porque los niños no son capaces de gestionar emociones como la rabia, la frustración, la ira o el miedo. Y lo hacen de la peor manera posible, que es agredir o insultar. Con la inteligencia emocional ganaríamos mucho en este terreno. Obviamente, no vamos muy rápido, pero sí se está introduciendo, porque en los graves conflictos se les enseña a los profesores a que si detectan algo avisen a un profesional para que acuda al centro.

-¿Qué opina de la incertidumbre que provoca la Lomce?

-Todos piden un cambio de ley, desde los alumnos hasta los profesores. Y el gobierno sabe que lo necesitamos, pero no se sabe cómo hacerlo. De ahí derivan medida tras medida, pero sin saber para qué y con gran desconcierto por parte de los profesores.

-¿Existe una solución?

-Quizá el empezar desde lo más pequeño, que cada docente en su aula haga el cambio que pueda, dentro de sus posibilidades, con técnicas y herramientas para tratar a esos niños con inteligencia emocional, para ver un conflicto y mediar entre ellos. Si cada profesor en pequeño lo hace, a lo mejor esto empieza a expandirse y vemos cómo se puede hacer el cambio a lo grande. La alternativa es ir de lo más pequeño a lo más grande, y no al revés.