La plaza de Santa Lucía pasó de ser un punto tranquilo de la Horta a convertirse, durante unas horas, en un espacio de aprendizaje divertido gracias a la veintena de talleres, agrupados en ámbitos temáticos (Paleolítico, Edad de los Metales, Romanización, Edad Media y arqueología), que reunieron a más de 400 personas, entre las que primó familias con niños, ayer a lo largo de la tarde.

Un rectángulo con arena ocupó el centro de Santa Lucía a modo de campo de trabajo de una excavación. En él los niños aprendieron que la zona a remover se divide, delimitación efectuada con unas cuerdas azules; la importancia del trabajo en equipo o que cada elemento que se encuentra hay que anotarlo en el diario de excavación, en este caso unas pequeñas libretas que custodiaba uno de los menores del equipo mientras que otros no paraban de menear la tierra con rapidez.

Tras hallar elementos, el grupo realizó una visita especial al Museo de Zamora, de unos 20 minutos de duración, para descubrir aquellos trozos que había localizado. Posteriormente los hallazgos los trataron de unir y pegar en la fase de restauración. "La búsqueda y la reconstrucción les ha motivado muchísimo", describe Oscar Rodríguez, de la Asociación Científico-Cultural Zamora Protohistórica, organizadora de la amplia actividad que ha contado con el respaldo de otros colectivos implicados en la divulgación del pasado.

Alrededor del yacimiento, el presente, se distribuyeron talleres en donde se hacía recreaciones de aspectos relacionados con la vida en épocas pretéritas. Del Paleolítico mostraron la preparación de comida o la fabricación de útiles con huesos; de la Edad de los Metales los niños y mayores aprendieron a realizar cestos con mimbre o cerámica con barro, mientras que de época Romana los asistentes descubrieron desde peinados a cómo se tejía con un telar vertical, construido ex profeso para la actividad, o juegos como el "Duplum molendinum", que guarda ciertas semejanzas con el Tres en raya o la escuela, donde los niños tenían que encerar una madera y sobre ella escribir la lección con un punzón. Los niños del siglo XXI pintaron un folio con ceras de colores para posteriormente escribir sobre él. "Se quedan muy sorprendidos con tener que hacer su propio cuaderno a diario", explica Raúl Martín arqueólogo de Valladolid que forma parte del colectivo Castellum Vive la Historia quien junto a un compañero dio a conocer la heráldica o la iluminación medieval.

La música del cantautor El sobrino del diablo puso punto y final a esta iniciativa lúdica y didáctica que aproxima a niños y mayores a la historia.