En el momento en que alguien se plantea el suicidio, este muestra ciertos signos que pueden ayudar a evitar su muerte premeditada. El más significativo de todos es, precisamente, que esa persona "diga" que no tiene ganas de vivir, avisa Pagés, para el que deben tomarse muy en serio esas palabras e iniciarse el tratamiento en ese mismo instante. También es posible detectar ciertos indicios en el caso de que la persona no manifieste abiertamente sus intenciones. "Si lo lleva por dentro, si se nota que ha cambiado su carácter, que está más encerrado en sí mismo, que no habla, que siempre está enfadado, entonces hay que buscar ayuda", alerta el coordinador de Anaed. Además, considera que cuando alguien está mal, hay que pensar que quizás tiene "un problema mental", algo que nunca hay que asociar con síntomas de locura. "Todo el mundo tiene un problema de cabeza alguna vez en su vida, lo que pasa es que da mucho miedo contarlo", afirma Pagés. Sin embargo, para este experto es posible revertir la tendencia creciente del suicidio "en cualquier momento" para evitar que las tasas sean tan altas que no se puedan sostener, algo que el responsable de Anaed califica de "desastre". La solución pasa por que los políticos pongan en marcha medidas de "prevención" que incluyan un seguimiento a todas aquellas personas que respondan a los indicios citados.