Inmerso en los preparativos del nuevo curso en la UNED, cuyo plazo de matrícula finaliza el próximo 20 de octubre, el director del centro en Zamora, Juan Andrés Blanco Rodríguez, apuesta no solo por la educación universitaria como garantía de futuro, sino por el fomento de los atractivos de la provincia como motor de desarrollo.

-¿Cuál es la finalidad última de la UNED?

-Esta universidad se crea para garantizar la igualdad de oportunidades desde el punto de vista público, para que aquellos que tienen dificultades para acceder a la universidad presencial en las condiciones normales lo puedan hacer, ya sea por su propia decisión o por su coste económico.

-¿Es una opción más económica?

-La UNED no ha subido las tasas prácticamente en los últimos años, pero recomendamos siempre a los alumnos que tengan cabeza, porque la primera matrícula es baja comparada con la presencial, pero cuando uno se matricula de algo y luego no se examina o suspende, la segunda y la tercera cuestan mucho más. Las tutorías empiezan el día 3 de octubre, pero la gente se puede seguir matriculando sin problema. Es más, los que todavía no se hayan matriculado pueden acudir a las tutorías aunque luego finalmente no hagan ningún curso. No es que seamos franciscanos, pero como universidad pública debemos revertir ese servicio, ya que es algo que paga la comunidad, desde el Gobierno hasta la Diputación de Zamora, que viene apoyándonos sistemáticamente desde que se creó hace treinta años, como el Ayuntamiento, aunque en menor medida.

-¿Cómo ha evolucionado el estudiante de la UNED en estas tres décadas?

-En principio, en número, pasando de los 398 alumnos del curso 86-87 a la actualidad, con más de 1.750. También ha cambiado la oferta de las enseñanzas, ya que empezamos con trece licenciaturas y ahora hay 27 grados, de los que damos plenamente 20, además del curso de acceso a la universidad para mayores de 25 y 45 años y la implantación de los idiomas inglés y portugués.

-¿Su perfil también ha cambiado?

-Se ha diversificado en la medida en que tenemos todos los tramos de edad. Desde alumnos que tras Secundaria vienen a esta universidad hasta otros de entre 25 y 55 años. Aunque también contamos con estudiantes por encima de los 70 años. Además, como es tendencia en toda la universidad española, se ha feminizado la enseñanza y tenemos más mujeres que hombres ya.

-Existe una oferta muy variada pero, ¿cuál es el principal atractivo de estudiar en la UNED?

-Creo que es el que se pueda hacer de manera flexible. Por suerte, la tendencia en lo que es la enseñanza universitaria según el Espacio Europeo de Educación Superior va en la línea de que la implicación del alumno sea cada vez mayor. El modelo clásico de las grandes universidades y de las clases magistrales ha ido dando paso a una implicación más directa. El profesor da las nociones fundamentales, pero luego se dedica a tutorizar, guiar y corregir el trabajo personal que tiene que hacer el alumno para adquirir unas destrezas. En la UNED el alumno lleva a cabo una parte importante del trabajo hasta su evaluación final.

-¿Esta universidad mantendrá los exámenes de septiembre?

-Los mantenemos por las características del alumno, que tiene que planificarse para todo el año. Por esto luego también comenzamos en octubre.

-¿Se necesitan unas actitudes especiales para ser estudiante de la UNED?

-Las de cualquier otro estudiante universitario. Hay gente que viene con mucho entusiasmo, que es fundamental, pero luego hay que adaptarse a las circunstancias. Cuando uno es alumno a tiempo completo, que aquí también los tenemos, se matricula de lo que parece. Nosotros insistimos más en aquellos que tienen algún hándicap y tratamos de adaptarnos para ofertarles una buena tecnología que implique a los alumnos a utilizarla. Hay una oferta enorme, desde un repositorio de tutorías hasta vídeos de todo tipo. El alumno va al programa básico de la asignatura, pero en la formación universitaria eso es lo mínimo y luego lo puede ampliar con muchos más medios.

-¿Y qué características tiene el profesorado?

-Tenemos un sistema de contratación pública y elegimos como profesores tutores que son desde catedráticos de universidad, hasta notarios, inspectores de Hacienda, profesores de Enseñanza Secundaria, ingenieros o docentes de otras universidades. Tratamos de que cumplan esa función de orientar, corregir y fiscalizar la evaluación continua del alumno para su evaluación final presencial. De hecho, la garantía de que la evaluación es igual para todos, es la garantía de la seriedad de la UNED,

-¿Cuáles son las carreras más demandadas en Zamora?

-Psicología y muy cerca Derecho y Ciencias Jurídicas en los últimos años. Pero también hay otras como Informática de Gestión y Sistemas, Educación o Historia del Arte y Economía y Administración de Empresas, además de las carreras más nuevas, como Trabajo Social, Educación Social o Turismo.

-Otro de las misiones de la UNED, aparte de la enseñanza, es la investigación. Dentro de ella está el Centro de Estudios de la Emigración Castellano y Leonesa, ¿en qué momento se encuentra?

-A través del centro hemos estado analizando lo que ha sido la emigración y sus efectos, tanto a América como a Europa, pero también dentro de España. Tenemos en marcha un estudio más preciso de cuál es la situación demográfica hoy en nuestra provincia y un trabajo que implica un análisis a pie de campo, pueblo a pueblo. Además de los datos oficiales, queremos analizar la disposición en verano e invierno para saber realmente nuestra situación demográfica y usarla como herramienta para tratar de revertir el hecho fundamental de que venimos perdiendo población sistemáticamente, cada vez está más envejecida y existe una importante despoblación del mundo rural. Paralelamente, también vamos a analizar la situación económica.

-¿Ha evolucionado también la relación de los emigrantes con su tierra?

-La emigración genera una vinculación que hoy es más fácil de mantener. Antiguamente la relación con la familia era muy intermitente, pero hoy la gente que se va tiene la relación que quiere tener gracias a las nuevas tecnologías. Curiosamente, muchas de las webs de los pueblos las alimenta la gente de fuera, que también está en la dinamización de las semanas culturales y eso es un elemento importante. Hay una fuerte vinculación, porque la identidad es algo que no se mide solo en términos políticos. Y esa vinculación es un reto a conocer y sobre todo a aprovechar, porque Zamora es mucho más que los que vivimos en ella.

-¿Qué papel juegan las asociaciones de emigrantes?

-Las relaciones se han sabido mantener de manera institucional a lo largo de las décadas y ahora tenemos que contribuir a que sea también una vinculación positiva para ellos, como con las operaciones Añoranza y Raíces de la Diputación. Creo que debe ser una especie de compensación lógica a lo que ellos hicieron por su tierra cuando aquí estábamos en peores condiciones.

-¿También nosotros nos podemos aprovechar de ello?

-Deberíamos contribuir a que esa vinculación, que se canaliza en buena parte por las asociaciones, fuera complementada con otras vinculaciones , con las nuevas tecnologías, con otro tipo de comunidades que se van haciendo junto con la nueva emigración de gente joven, más formada. Y en interés de ambas partes. A nosotros nos tiene que servir de altavoz para mantener esa presencia en el mundo globalizado, que es importante desde el punto de vista económico, del fomento del turismo y de las relaciones. Es un reto de todas las administraciones, desde la general del Estado, hasta la autonómica, las provinciales y municipales. Considero que es un campo que no hemos tratado adecuadamente, o en algunos casos muy tarde. Pero debemos insistir en ello, porque algunas comunidades de otros países ya lo han hecho con notable éxito.

-¿El paso de tiempo no diluye esa vinculación?

-El emigrante sigue teniendo una vinculación con su tierra, incluso aquellos que no volvieron nunca o tardaron 70 años en regresar. Él se adapta al lugar donde va y crea raíces para él y su familia, pero sigue manteniendo una vinculación que transmite a sus descendientes. Muchas veces esa vinculación se diluye en sus hijos, sometidos a un integración en un nuevo país, pero la recuperan los nietos, ya integrados, que se preguntan de dónde vienen sus antepasados.

-Otra de las áreas de la UNED ya consolidadas son los cursos de arte sobre Zamora.

-Estamos en un momento en que, por suerte, el ocio del que disfrutan las personas es variado y el componente cultural es importante. En el propio contexto en el que estamos, además, el conocimiento de lo propio es importante y también su valoración. Por eso se tiene interés por el patrimonio artístico y monumental, que es muy importante. Eso se puede adquirir de distintas maneras, pero la universidad tiene la obligación no solo de formar a buenos profesionales, sino dar una cultura que se puede denominar divulgativa.

-¿Cree que los zamoranos saben apreciar lo que tienen?

-Hay pueblos que tienen un altísimo concepto de sí mismos y otros que tenemos un sentido un poco más crítico de lo nuestro. A veces eso parece papanatismo, en el sentido de que valoramos más lo de fuera que lo de dentro. También es porque convivimos con lo de dentro. Como turistas, vemos las grandes joyas de su cultura y hasta una pequeña iglesia, que aquí ni la visitaríamos. Lo valoramos menos porque lo tenemos muy cerca. De ahí la importancia de que para poner en valor lo nuestro, lo tengamos que conocer. Y hay muchas maneras de conocerlo, pero la universidad ahí debe jugar un papel muy importante en la divulgación de esa cultura, también en la nuestra propia.

-¿Se ha conseguido en algún momento?

- Por ejemplo, con el sector agroalimentario. En los años 80 el vino de Toro no tenía una valoración positiva y con el apoyo de los zamoranos, en el sentido amplio, y sobre todo de los expertos, se logró cambiar. Todo eso tiene efectos beneficiosos en el aspecto económico y cultural. Así que creo que es una obligación, porque si nosotros queremos competir en el mundo con lo nuestro, tenemos que conocerlo para valorarlo. Porque las valoraciones que no tienen que ver con la realidad son efímeras. Pero tenemos cosas que sí podemos valorar, como el patrimonio cultural, histórico, ambiental o incluso económico en algunos campos.