El casco antiguo regresa a pasadas centurias este fin de semana con el Mercado Medieval que, un año más coincidiendo con las celebraciones de La Concha, reúne a más de un centenar de puestos con distintos productos artesanales desde la Plaza Mayor hasta la de la Catedral.

Delante del edificio de la Policía Municipal se ubica un carrusel de Leonardo da Vinci, juegos de ajedrez o puzle, en tanto que en el lado de la Plaza Mayor más próximo a la iglesia de San Juan están ubicados los primeros comerciantes. Bisutería, panadería o un amplio herbolario enlazan con la calle Ramos Carrión donde se sucede la presencia de artículos de joyería, bolsos de tela o apetecible repostería.

La comida, como en citas anteriores, tiene su epicentro en la plaza de Viriato con propuestas tan variadas como carnes, kebab, pizza o crepes, entre otros manjares. El olor a las viandas se entremezcla con los aromas de los jabones que están en la rúa de los Francos donde coexisten pulseras o fulares de seda con la venta de cecina de caballo, embutido de jabalí o de sacos de semillas.

Los grupos de actores amenizan el recorrido del visitante pero en la plaza de San Ildefonso llama la atención un puesto con el rótulo de "taller de lana" donde las manos expertas de María muestran el hacer con un torno de hilar. Ella, con cardadores de lana a sus pies, explica a unos turistas los pasos necesarios para que la lana llegue hasta sus dedos y les muestra varias ruecas. "Este proceso lo aprendí de mi abuela. Es un arte tradicional y este oficio, como cultura tradicional del pueblo, quiero que se ponga en valor, que unos lo recuerden y otros lo descubran", comenta sin cejar en su tarea.

En las plazas de Fray Diego de Deza y de Arias Gonzalo se suceden los textiles, marroquinería, flores olorosas o cerámicas sin pasar por alto juegos tanto para niños como para adultos para, en la calle Obispo Manso, descubrir el proceso de teñido de la lana, cómo se hacía una bota o el trabajo del corcho y del esparto que protagonizan distintos talleres y convierten a este ámbito en la zona más pedagógica del Mercado que concluye en la Plaza de la Catedral donde los más pequeños pueden disfrutar con espadas de madera o caballos de cartón, entre otros elementos, pensados para acercarles de una manera lúdica la Historia.

El Mercado incluye esta jornada innumerables pasacalles, combates de guerreros, o un espectáculo de queimada.