Sirios, irakíes, afganos y turcos comparten campamento desde el pasado mes de marzo en la ciudad griega de Katsikas, a 80 kilómetros de la frontera con Albania. Son un grupo de mil personas -la mitad de ellas niños, entre los que hay cerca de un centenar de bebés- que han soportado las altas temperaturas del verano en las tiendas de campaña y que se resisten a pasar un duro invierno en una zona donde el frío y las inundaciones son habituales.

En primera persona ha vivido el día a día de estos refugiados el voluntario zamorano Javier Carracedo, miembro de Bomberos en Acción y que ha trabajado junto a la ONG Pangea Solidaria, especializada en la ayuda infantil. "Como soy maestro, estuve ayudando en las actividades que se realizaban con los niños", explica. Funciones que iban desde ayudar con las tareas escolares hasta jugar al fútbol, organizar jornadas de teatro o cine e incluso enseñarles a nadar en el mar. Las primeras palabras en inglés que aprenden los niños son "my friend" (mi amigo) que no paran de repetir a los voluntarios.

El ejército, a la entrada de este asentamiento, les entrega comida a diario "pero son las ONG asentadas en el lugar las que verdaderamente organizan la actividad diaria en esta pequeña ciudad que se ha creado", reconoce Carracedo, quien apunta que "aunque las necesidades principales se cubren, un año después las condiciones siguen siendo muy duras".

Tras el verano, la situación en Katsikas se recrudece. "El invierno se acerca y ha habido lluvias muy fuertes, inundando las tiendas. Allí el invierno es más duro que en la costa y el gobierno griego les había prometido que en septiembre les iban a poner caravanas o derivar a pisos. Pero están muy molestos porque no ven ningún movimiento al respecto", explica. Por eso, muchos de los refugiados decidieron hace unos días protestar caminando hasta la cercana ciudad de Ioaninna con carteles. "Quieren que el gobierno cumpla su palabra, a la espera de lo que pase con los 50.000 refugiados que están repartidos por toda Grecia", recuerda. Una marcha que se repetirá esta semana para recordar a la sociedad su situación. "Europa tiene que tomar cartas en el asunto. Ellos quieren volver a Siria, pero ahora mismo no tienen ningún futuro", reconoce.

Se muestra agradecido ante la solidaridad de España. "He estado trabajando en el almacén del campo de refugiados y venía mucha ayuda de los españoles", asegura. A aquellos que quieran seguir colaborando les aconseja que "pregunten primero a las ONG qué se necesita. El dinero es bienvenido porque así se puede comprar allí mismo lo necesario, ahorrándose los gastos que supone enviar camiones de ayuda", sugiere. A los más generosos, que como él quieren donar su tiempo y sus manos en estos campos, les anima a vivir esta experiencia. "En verano ha habido un auténtico aluvión de voluntarios, incluso familias enteras, pero ahora hay menos y se siguen necesitando", finaliza.