Comienza el curso escolar y con él la cuesta de septiembre, la verdadera cuesta para los padres con hijos escolarizados. Libros, cuadernos, material de escritura, babis, chándales, mochilas, uniformes? Todo esto conforma el material escolar básico que necesitan los estudiantes para encarar el año académico que se aproxima. Por estas fechas, los padres comienzan sus quejas sobre el «excesivo precio» de los libros, desembolso que se lleva la mayor parte del presupuesto destinado para el curso. Este año, los libros y su importe han saltado de las bocas de los padres a las de los libreros, quienes denuncian que los pactos de los colegios privados y concertados con las editoriales han hecho que sus ventas caigan en un 50% en Zamora.

Los ciudadanos con hijos no encuentran satisfactoria esta nueva faceta de algunos centros privados, pero sus quejas se dirigen sobre todo a las editoriales y las «escasas» ayudas para libros que perciben de la Administración. Asimismo, algunos padres consideran que si esta medida puede ahorrarles dinero no tendrán problema en acudir a los colegios y abandonar a las librerías, como el caso de Raúl Diz, padre de dos hijos, a quien «le da igual dónde lo vendan, siempre y cuando le salga más barato».

No obstante, el sentir mayoritario no va en esa dirección, sino que consideran «que los centros educativos, ya sean concertados o privados, deberían dedicarse a la formación de los alumnos y no a la compra y venta de libros», afirman Ángeles Laperal y Carlos Muriel, padres de dos y un hijo escolarizados respectivamente.

Donde hay uniformidad es en el precio de los libros, que es considerado excesivo por todos los encuestados. Las expresiones «precio prohibitivo» o «un verdadero sinsentido» se repiten entre los zamoranos, los cuales no señalan directamente a los pequeños comerciantes, sino que ponen el foco en las editoriales «que sangran a los padres cambiando cada año los libros», afirma Miriam Martínez, madre de una niña de tres años.

Otro punto de encuentro entre los progenitores zamoranos son las becas y ayudas que el Estado destina para la compra de libros. Todos las consideran insuficientes y creen que deberían aumentarse para evitar que cuando llegue septiembre «a los padres se les pongan los pelos de punta», como asegura Ángeles Laperal, madre de dos niños. Varios encuestados inciden en que «si la educación es gratuita, tal y como la venden, el material escolar debería estar incluido».