Paco González actúa esta noche en la ciudad tras más de un año sin hacerlo en su tierra. Con su espectáculo clausura el V ciclo de magia de cerca que tiene lugar en el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales dentro del Verano Cultural.

-Esta noche vuelve a actuar en su ciudad.

-En Zamora estoy encantado porque siempre me he sentido muy respetado. Paradójicamente es una ciudad donde se me conoce por un tipo de magia que nada tiene que ver con lo que yo ahora actualmente. El 60% de mi trabajo ahora consiste en dar conocer a profesionales mi concepción de la magia, el ilusionismo ritual, desarrollado durante los últimos diez años, que de alguna manera trata de encontrar puntos de conexión entre distintos formas de pensamiento como la filosofía, la alquimia, la psicología evolutiva la antropología, fundamentalmente, y con todo ello realizar propuestas distintas que conecten con el público. En mi espectáculo plantearé distintas experiencias emocionales a través de la magia porque, al final, intento que el público cuando salga diga que la magia ha sido impresionante, me he reído pero, lo que más me interesa, además he podido volver a sentir algunos misterios que el mundo moderno en el que estamos nos hace olvidarnos y que esos mismos misterios dotan de sentido a la vida.

-Para sorprender al público ¿qué elemento tiene previsto emplear?

-Yo soy cartomago. Hago efectos con cartas, monedas y ahora trabajo mucho sin elementos.

-¿El mago al desnudo?

-Sin duda y es muy interesante. Yo no sé cómo va a reaccionar el público ante determinadas propuestas y eso me obliga a improvisar y a adaptarme a la imaginación del público. Además, juego mucho con la hipnosis y con la empatía.

-¿Cómo reacciona el público ante números a los que no está acostumbrado?

-De una forma muy sorprendente porque cuando el espectador va a ver magia tiene muchos prejuicios, se espera que salgas con una chistera que hagas aparecer un conejo. Creen que un mago no tiene la capacidad de sorprender a un adulto sino que es eso más propio de los niños y cuando se dejan cosas preestablecidas fuera, se dan cuenta de que la magia es mucho más transformadora en un adulto que está descreído de todo, que siente una desilusión existencial ante lo que le rodea. A un adulto le cambia la cara y puede llegar a salir de un espectáculo con otra visión del mundo.

-Usted como programador de múltiples eventos de la magia es culpable de que en Zamora exista una cultura mágica.

-Hemos hecho muchas propuestas relacionadas con la magia y debo de decir que el público responde muy bien. Los magos cuando vienen a Zamora se van encantados porque es un público muy respetuoso que ya entiende de magia, no les vale cualquier cosa, y que cuando ve una propuesta interesante responde de la mejor forma posible, con el respeto, el silencio, en su momento; y con el aplauso final. Es una sensibilidad que no existe en todos los lugares. La culpable, si la hubiera, (risas) es la magia que es un lenguaje universal que se entiende en todo el mundo como he podido comprobar en mis viajes. Ante la magia se emociona y se ríe, lo que es maravillo. También es verdad que todos los que tenemos la posibilidad de divulgar este arte tenemos la responsabilidad de hacerlo en buenas condiciones.

-¿Por qué?

-Porque por desgracia en la magia hay mucho intrusismo. Hay mucha gente que confunde saber hacer efectos de magia con ser mago que es una persona que es capaz de transmitir una experiencia mágica a través de la comunicación no del efecto. Si no hay una idea tras el efecto, el público no lo va a interpretar. La magia está empezando a vulgarizarse, aunque paradójicamente en España están los mejores magos del mundo. Creo que tiene que haber espacio para quienes están empezando y hay que crear plataformas para los magos profesionales, donde puedan realizar sus propuestas, y para ir educando poco a poco al público para que desterrar los prejuicios asociados a la magia.

-Esas plataformas dignas ¿es lo que ha querido crear durante estos años con el ciclo de magia de cerca?

-Sin duda. Mis objetivos han sido dignificar el arte de la magia, ayudar a romper con los estereotipos, compartir propuestas que no se habían visto mucho fuera de los teatros que programan magia y que fuera accesible económicamente.