Un nuevo aliento espiritual. Esa es la clave de las reformas impulsadas en los monasterios del Císter emplazados en el viejo Reino de León cuando, a finales de la Edad Media, la fórmula monacal experimentaba una peligrosa crisis. El ingreso de aquellas "pequeñas ciudades" de religiosos apartados del mundo en lo que se conocía como la Congregación de Castilla en los siglos XV y XVI llevaba aparejada una revolución arquitectónica. Las abadías serían más amplias, los monjes pasarían a tener celdas individuales, se habilitarían archivos y bibliotecas para el estudio, mientras que los claustros se convertirían en el eje de la vida monástica. Aquella inflexión - que conllevaría la pérdida de parte del sello medieval monástico- afectó de lleno a dos de los ejemplos patrimoniales más emblemáticos de la provincia: los monasterios de Moreruela y San Martín de Castañeda. El recorrido por la arquitectura, la arqueología y las fuentes documentales ha permitido a los investigadores Fernando Miguel y Hortensia Larrén identificar buena parte de aquellos cambios.

Para materializar el impulso de la alicaída orden religiosa, la Congregación de Castilla dio una serie de instrucciones a los monasterios. Tendrían habilitar o transformar una serie de espacios para acoger las nuevas actividades de los frailes: la sala capitular, los dormitorios, el refectorio, la enfermería, la hospedería, la cilla o granero, la sala del abad y la cárcel. Sin embargo y pese a establecer una tutela general sobre las obras que se iban a practicar, la congregación no dijo qué aspecto, medidas o elementos debían tener esas nuevas salas.

Obviamente, los cambios afectaban tanto a los espacios como a la vida de los monjes. De hecho, cada monasterio crearía un "colegio" específico de estudio para especializarse en teología, arte o filosofía. Como además los religiosos tenían prohibido estudiar por su cuenta, las estancias comunes como las bibliotecas serían ampliadas y los claustros reglares (los de época medieval) serían ampliados para acoger estas nuevas prácticas.

Otro tipo de reformas, como las pactadas en el Concilio de Trento, llegarían a transformar incluso las sacristías. Las primitivas pequeñas salas serían ampliadas y dotadas de nuevo mobiliario para poner a disposición de los religiosos nuevas ropas de mayor prestancia y objetos litúrgicos de valor. Claro que todas estas reformas tenían un coste económico que, previamente, había sido limitado y, en su caso, debía hacerse bajo las instrucciones de los jefes de la congregación.

Algunas de esas reformas han sido identificadas por Miguel y Larrén -y expuestas en el congreso portugués "Claustros en el mundo mediterráneo"- en los monasterios zamoranos, especialmente en el edificio de Granja. "El caso de Moreruela no explica las reformas llevadas a cabo en el resto de monasterios, pero sí es cierto que se han identificado muchas de esas transformaciones a través de los últimos trabajos de investigación", reconoce Hortensia Larrén.

En Moreruela hoy se puede identificar con claridad, por ejemplo, la disposición de dos claustros, uno junto al otro, y la creación de un elemento "clave", unas escaleras que conectan ambos espacios a través de la cilla o almacén. "En general, se ve muy bien que en todos los edificios, salvo la iglesia, todos los espacios cambian, las crujías se modifican y se hace un nuevo claustro. El caso de Moreruela es evidente: está el reglar o medieval y se adosa el de la hospedería, con unas dimensiones importantes", explica Larrén. Mientras, en San Martín de Castañeda, la reconstrucción de sus estancias es más difícil dada la desaparición del claustro, del que solo quedan algunas huellas.

En cuanto a la evolución de las habitaciones comunes a las nuevas individuales, Santa María de Moreruela también es un caso "evidente". "Aparecen definidas lo que son las últimas habitaciones que llegan a ocupar los frailes, bien iluminadas y con balcones situados hacia oriente", detallan los investigadores.

Los espacios dedicados a la vida doméstica encierran más de una curiosidad. Los trabajos de exploración han permitido identificar las cocinas a través de los restos de antiguos hornos para hacer el pan o asar la carne. Pero, sin duda, uno de los elementos más apasionantes es la descubierta -todavía no completa- del original sistema hidráulico, que será motivo de futuras investigaciones en exclusiva. "El sistema hidráulico era fundamental y estaba muy pensado. Hasta hace poco, en Moreruela no conocíamos dónde estaban las atarjeas de captación del agua y todavía hoy no han sido completamente identificadas", reconocen los autores del trabajo divulgado en Portugal.