En los años treinta, Zamora acogió la construcción del viaducto ferroviario más espectacular del país. En su momento, las dimensiones convertían el arco de hormigón del puente Martín Gil en el mayor del mundo. La construcción de infraestructuras de este tipo se convertían en objeto de deseo por parte de los fotógrafos cuya labor sería no poco importante: dejar constancia de la evolución de una provincia. Hoy sabemos que la edificación que se le levanta sobre el embalse del Esla atrajo la atención de uno de los estudios fotográficos más prestigiosos del país: el Archivo Moreno.

Una profunda investigación permitió al historiador José Andrés Casquero documentar cerca de treinta profesionales de la fotografía que trabajaban en la provincia en la horquilla temporal de finales del siglo XIX y principios del XX. Ahí figuraban nombres como el prestigioso Laurent, que captó algunas de las instantáneas más sorprendentes de la ciudad, o retratistas como el zamorano Fernando López Hepténer, quien plasmó la construcción del embalse de Ricobayo, entre otros muchos trabajos. Los Moreno se suman a esa lista de «periodistas gráficos» que dejaron constancia de la realidad del momento de una forma magistral, haciendo de la imagen en blanco y negro un arte.

El viaducto Martín Gil, conocido también como Los Cabriles por la cercanía de una aceña con este nombre, comenzó a erigirse entre los años treinta y cuarenta. Aunque el Instituto del Patrimonio Cultural de España -en cuyo archivo figuran digitalizados cientos de trabajos de este estudio- no especifica la identidad del autor, estas fechas hacen que necesariamente fuera Vicente Moreno, hijo de Mariano, quien tomó las imágenes. La fototeca de este órgano, uno de los fondos digitales más importantes del país, recoge varias instantáneas en las que se aprecia la recta final de los trabajos, antes de poner en marcha el viaducto. De todas ellas se desprende la monumentalidad de la obra, pese a contar con medios muy distintos a los actuales.

Entre las imágenes sobre Zamora del Archivo Moreno figura también un reportaje del retablo de la iglesia de Castrogonzalo, pintura a pintura, y una original instantánea de dos arquetas árabes en posesión entonces del Museo Arqueológico Nacional. Una de ellas, con un aspecto ennegrecido quizá por la falta de limpieza, es el célebre Bote de Zamora. Una mirada más.

Por los documentos, los Moreno realizaron dos únicos viajes a la provincia. Dos estaciones en una labor de altura, que comprendía el retrato de algunos de los bienes monumentales más prestigiosos del país, como el monasterio de Santo Domingo de Silos, las arcadas de San Juan de la Peña en Huesca o del ya célebre claustro de Ciudad Lineal ideado por el zamorano Ignacio Martínez. Esta especialización le valió al estudio el nombre «Archivo de Arte Español».

El archivo, hoy digitalizado, cuenta con más de 60.000 placas negativas de diversos formatos, tanto en vidrio como en plástico, detalla el Instituto del Patrimonio Cultural de España. La mayor parte de los trabajos se circunscriben a Madrid, donde retrataron colecciones particulares y cubrieron encargos de diferentes instituciones, como la Junta de Iconografía Nacional o el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico español.