El artista zamorano en los últimos meses ha presentado obra en varias colectivas tanto nacionales como internacionales y dos piezas suponen su bautismo en la muestra de Edades del Hombre.

-En los últimos meses ha participado en varias colectivas.

-Tuve la suerte de ser uno de los artistas seleccionados por el galerista Ángel Almeida para una colectiva en Oporto y luego en Zamora. Además expongo por primera vez en Edades del Hombre. Es la primera vez que han contado contigo y para mí ha sido un orgullo y más siendo en Toro. Estoy presente con dos piezas bastantes alejadas en el tiempo, pero con una temática común. Cuando me llamaron para exponer me dijeron que querían contar con un san Juan Bautista mío. Yo hago imágenes sobre referencias a clásicos y cuando lo tuve acabado me di cuenta de que en la serie de decapitaciones, realizado sobre el año 2001, tenía una de Salomé con la cabeza de Juan el Bautista y les propuse la inclusión de las dos piezas.

-Obras dispares en el tiempo pero con muchas semejanzas.

-La utilización de las obras clásicas se mantienen. La fragmentación y desestructura de las obras clásicas continúa, pero en la última hay cambios a nivel formal en tanto que juego con las tres dimensiones, las piezas se abren más, tienen más importancia los vacíos y el plano de la obra se pierde para ser casi ya esculturas.

-¿Qué le hace seguir trabajando en esa reinterpretación de los clásicos?

-Es casi una obsesión de la que no puedo salir. Muchas veces se me ha pasado por la cabeza partir de cero y comenzar con otra temática, pero es algo que me puede. Es mi estilo personal. Esa raíz se mantiene en el tiempo, pero intento que en cada uno de mis cuadros haya un paso hacia delante. No quiero pintar mil veces el mismo cuadro. En cada obra hay un avance y lo mismo llegará un momento en el que el avance signifique dejar a los clásicos, pero ahora mismo es mi base fundamental.

-Esa fijación ¿obedece a la importancia que usted confiere a estos artistas?

-Sin duda es importante aprender de los clásicos hasta los más abstractos y más contemporáneos asumen sus raíces. Nosotros somos artistas que hemos mamado de la cultura occidental y es impensable que un artista pueda entender su obra sin todo el peso que tiene el arte del pasado.

-Sin embargo algunos creadores actuales desprecian lo hecho en el pasado.

-Bueno se puede estar influenciado por la historia del arte renegando de ella. En este sentido mi obra es ambivalente porque yo parto de una copia de una obra clásica pero la fragmento, la martirizo por lo que mucha gente piensa que mi obra tiene una doble visión por un lado una admiración y por otro, un cierto sentido destructor.

-¿Y lo hay?

-Sí, sin duda lo hay. Presento esa dualidad.

-¿Hacia dónde va ahora?

-Ahora intento que los temas que escojo vayan unidos al sentido de la destrucción de ahí que haya trabajado con series de decapitaciones, los suicidios y ahora estoy con una de penitencias. Mi obra tiene un sentido de ritual de ahí esa penitencia que me hace copiar con una técnica muy tradicional, de muchas horas de trabajo, para luego fragmentarla y darle una nueva visión. Ese sentido de martirio tiene mucha relación con un proceso.

-¿Qué tiene en estos momentos en su caballete?

-Estoy trabajando en una serie que he denominado penitencias. Alguna de las obras de esa serie ya ha podido verse en las colectivas en las que he participado en los últimos meses, en las citas de Oporto y de Zamora.

-¿Qué radiografía hace del mundo del arte en estos momentos?

-El mundo del arte es muy complicado. Cuando expuse en ARCO me di cuenta de cómo funciona este ámbito y a veces te llevas grandes decepciones. Para mí fue una sorpresa desagradable comprobar cómo funciona el comercio. ARCO para mí fue una experiencia para mi currículum muy buena y tuve la suerte de hacerlo con dos stands, con dos galerías en la misma edición, una de Valladolid y otra de París, pero ver el mundo del arte profesional, fue duro porque ves los intereses que hay de tal manera que la obra y el artista son el último peldaño.

-¿Se ha sentido maltratado?

-Sí, porque la obra debería estar por encima de todo cuando a veces tienen más peso los críticos o los propios galeristas. Ahora solo trabajo con profesionales con los que esté cómodo.

-¿Qué proyectos tiene por delante?

-No tengo proyectos inmediatos porque soy docente y este curso me voy a tomar un año sabático que aprovecharé para viajar, para pensar y trabajar. En estos meses de desconexión mi intención no es centrarme en la creación de obra, sino pararme a reflexionar. Quiero irme a Roma unos meses y me apetece, como los pintores del XIX, volver a tener contacto con los clásicos. No sé qué haré a mi vuelta. Quizá haya un cambio de rumbo al volver, no lo sé.