El escritor Ramiro Pinto presenta hoy, a las 12.30 horas, en el salón de actos de la Biblioteca Pública del Estado su libro "Cuentos con burbujas".

-La escritura es ahora su profesión pero, ¿cómo llega a ella?

-Cuando estudiaba me preguntaba muchas cosas y hacía pequeños cuentos e historias que hasta me servían para recordar los conceptos de cara a los exámenes. Luego comencé a escribir poesía y posteriormente me interesó mucho el teatro, de hecho lo primero que publiqué fue una obra de teatro. De alguna manera empiezas, empiezas... y forma parte de tu vida. Tienes la necesidad de convertir cosas en palabras como otros lo hacen en colores o a través de materiales. La escritura forma parte de mi existencia y es algo que me apasiona. Parece que solo es escritor el que es famoso, pero somos muchos los que escribimos porque nos sale de dentro.

-El escritor más anónimo tiene como mayor reto...

-Es mejorar en la forma y en el lenguaje. Cuando lees cosas antiguas te das cuenta de que progresas gracias a la lectura y a la experiencia. Cada vez escribes comunicando más y con más recursos, de ahí que piense que siempre se está en aprendizaje. Un problema es darlo a conocer y hay mucho mito alrededor. El que haya un grupo de personas que se interesan por tu obra, te siga y que formes parte de un ambiente cultural te da la posibilidad de respirar. Además, las redes sociales te permiten darte a conocer pero luego la gente no da el paso de leer. También tienes el peligro de que todo tu esfuerzo quede en la palmadita del amigo que se alegra de que hayas publicado un libro pero que no lo compra o no lo lee. Lo interesante para un escritor es que sea leído y que exista un contraste en el punto de vista del escritor y el lector. De alguna manera escribir es buscar al lector.

-En su búsqueda del lector llega "Cuentos con burbujas". ¿Qué pretende con este nuevo volumen?

-Llamo a una reflexión profunda hecha de manera paradójica porque también hago reír. Hay cuentos que provocan la risa y yo mismo me he sonreído al leer situaciones que son una visión de la realidad de las cosas. Planteo a veces situaciones dramáticas, como puede ser la muerte, pero si lo vemos desde una mirada infantil se convierte en juego y en algo con lo que podemos jugar para quitar la trascendencia que otorgamos a las pasiones y a las ideas para ver desde otra perspectiva. Una cerilla ardiendo para una hormiga es un gran incendio y para un elefante es una llamita. Se trata de jugar con esa distancia.

-En estos relatos aborda muy diversas temáticas.

-Sí aunque todos los cuentos tienen un hilo en común, desde donde vemos las cosas, desde donde nos las hacen ver y entra el juego de la locura. Las temáticas son distintas pero todo son metáforas de la realidad social en la que vivimos y del mundo actual que nos parece tan bello pero que estamos permanentemente destruyendo. Nos emborrachamos de nosotros mismos sin ver lo que nos rodea. Es vernos en la propia realidad que a veces es ridícula y que elevamos trascendente. Es el rasgo cómico que tiene la política, la cultura y los medios de comunicación.

-Esa mirada crítica ¿es una seña común en su producción literaria?

-Es cierto que hay un trasfondo que no se despega de mí. A veces está menos presente, sobre todo, en las obras infantiles. Sin embargo, hice una obra de teatro que tiene un componente de crítica social. Creo que hay una especie de barniz que es una cierta crítica social, una crítica propia del ser humano, pero en esta ocasión la he hecho con mucha ironía, con una sonrisa, de ahí que sea con burbujas trato de hacer un cosquilleo. Estos cuentos parten de una experiencia real pero luego los he desarrollado con una forma de cuento novelado. Por ejemplo el último cuento se llama "La mandarina del Musac" porque es chocante que se considere una obra de arte una pieza que tiene una mandarinas en el suelo y que por ella se pague un dinero cuando quizá a quien habría que dar ese dinero sería al árbol; en otro hablo de la dicotomía, en plan parodia, entre el mundo rural y el urbano. Sitúo a un padre que va a buscar a su hijo a la gran ciudad donde trabaja y donde ambos descubren que hay un tercer mundo fuera, que lo llaman el sexto continente, el mundo virtual, Internet, que lo envuelve todo y que ha cambiado nuestra forma de comunicarnos.

-¿Qué le mueve a presentar este libro de cuentos en la Biblioteca de Zamora?

-Es fruto de un cúmulo de casualidades. En la presentación en Villalpando participó un club de lectura y acudió mucha gente contra todo pronóstico. El propio bibliotecario de la localidad se lo propuso al centro de la capital. Además he contado con el apoyo de personas que han divulgado el acto en distintos círculos culturales de la ciudad. En el acto estaré acompañado por Leoncio Álvarez, quien forma parte del colectivo "Poesía contra la despoblación", además de ser un lector que está entusiasmado con estos cuentos y que tiene una gran experiencia en ver las cosas desde un punto de vista muy relativo. Será una presentación a modo de diálogo con las personas que asistan, escuchar sus preguntas y de alguna manera despertar el interés, no por el libro, sino por meterte en la palabra escrita y establecer un contacto con el mensaje creado por el escritor.