El zamorano Luis Miguel Domingo Santiago, que habitualmente reside en la Comunidad de Madrid, acaba de publicar un libro de cuentos con los que pretende despertar conciencias entre los lectores.

-"La fábrica de cuentos" es el título de su primer volumen. ¿Cómo nace en usted el deseo de escribir?

-Comienzo a escribir como manera de expresar cosas sobre las que necesito reflexionar. Pienso que uno empieza a verse y analizarse a uno mismo y puede comenzar a entender mejor a los demás. Este libro lo integran un conjunto de 30 cuentos.

-¿Por qué opta por este formato?

-Porque creo que brinda muchas posibilidades de escritura. Además creo que a través del cuento puedo hablar de muchas cosas. En los textos reflexiono sobre el respeto por el medio ambiente, el respeto hacia nosotros mismos, sobre las religiones o las creencias que cada uno tiene así como sobre las emociones, cómo podemos manejarlas o cómo nos manejan.

-Y ¿Cómo lo hace? ¿Ha creado una serie de personajes?

-En algunos relatos he optado por crear algún personaje totalmente ficticio y en otros he optado por la primera persona de tal forma que parece que habla el propio escritor, que hablo yo mismo. Por ejemplo el titulado "El delfín bandera blanca", que trata de un delfín que acabó extinguiéndose por la mano de los seres humanos, me valgo de dos personajes un delfín y su madre.

-El texto lo integran 30 relatos ¿por qué?

-Realmente porque me cuadraba esa cifra para hacer una edición. De todos lo que he escrito he seleccionado los que ahora ven la luz porque me parecía que eran los que mejor estaban escritos y eran quizá los que más podían llegar a la gente. Mi intención con estos relatos es hacer reflexionar en los tiempos actuales sobre nosotros mismos y nuestra existencia.

-¿En cuánto tiempo ha escrito los cuentos?

-En varios años, aunque hay ideas que llevaba madurando desde hace diez años. Ahora he dado el paso de publicarlos yo mismo con la idea de ayudar a generar un mundo mejor. Las religiones y los políticos nos prometen un mundo mejor y eso nunca sucede, ese mundo mejor está dentro de nosotros y me gustaría que la gente comprendiera que la verdadera felicidad y el verdadero tesoro se encuentran en nosotros mismos, en nuestra persona.

-¿Qué le impulsa a apostar por edita este libro usted mismo?

-Soy consciente de que editar es complicado en estos momentos y sabía que si iba editorial por editorial me iba a llevar mucho tiempo que el libro viera la luz. Además quizá las firmas tendrían propuestas que le interesaran más y por las que pudieran sacar más dinero, pues vivimos en un mundo que se mueve por el dinero, algo que no es mi objetivo. Yo quiero despertar conciencias.

-¿Cuál ha sido la mayor dificultad para que el título viera la luz?

-La cuestión económica. El dinero es una herramienta y a la vez una barrera. Yo me he costado el libro que cuenta con una tirada de 500 ejemplares. Como en estos momentos carezco de trabajo, lo estoy vendiendo mientras que sigo con la búsqueda activa de empleo. Está disponible en dos librerías de Zamora. Además me están haciendo un vídeo de presentación para divulgarlo. Yo resido habitualmente en Pozuelo de Alarcón y empezaré también a moverlo por la Comunidad de Madrid. El libro carece de ilustraciones porque juego con muchas metáforas y prefiero que se las imagine el lector.

-¿Este libro podría tener una segunda parte?

-Sí, tengo material y me gustaría seguir trabajando en esto. Además en este libro tengo una parte denominada "Anaforismo del autor" donde aparece un poema integrado únicamente por palabras que comienzan con la "a". En estos momentos estoy trabajando en un poemario que recorrerá todo el abecedario con poemas integrados por palabras que empiezan por cada una de las letras y que serán profundos. Este planteamiento surgió a raíz de hablar con un amigo que llega un taller literario que me propuso hacerlo como manera de profundizar en la poesía. El cuerpo lo alimentamos a diario, pero el alma es otra cuestión y yo, con la escritura alimento mi alma. Desde mi punto de vista el odio o el desamor suceden porque tenemos algo negativo en nuestro interior que no hemos sido capaces que mejorar o subsanar.