Cientos de personas veneraron las sandalias de la Virgen del Tránsito ayer, tras dos celebraciones eucarísticas, en la iglesia del convento del Corpus Christi y ante la imagen de la Virgen dormida. El templo quedó pequeño para albergar a los fieles de todas las edades, desde mayores hasta bebés llevados en brazos por sus padres, que participaron en el acto que honra a una advocación mariana con gran devoción en la ciudad.

Antes de comenzar la adoración, el sacerdote José Muñoz Miñambres exhortó a la feligresía a reflexionar sobre el significado del beso a la sandalia. El presbítero insistió en que tenía que ser "un acto de meditación" porque la sandalia es "una imagen de las huellas de María y cada uno vamos marcando una huella en su vida". Pidió que "cada uno piense qué estoy haciendo y qué huella estoy dejando".

Tras el canto de la Salve, en filas ordenadas, comenzó la veneración con la que concluyeron las celebraciones en honor a la Virgen del Tránsito.