Diagnosticar el trastorno de déficit de atención con hiperactividad a través de unos patrones matemáticos que determinen si los niños lo padecen es el objetivo del trabajo en el que participar el investigador zamorano Pablo Casaseca de la Higuera.

-¿Cómo surgió la oportunidad de iniciar este estudio sobre una vía tan novedosa alrededor del TDAH?

-Arrancó en 2009 con un proyecto dirigido por el doctor Julio Ardura, catedrático de Pediatría en la Universidad de Valladolid. Los primeros resultados interesantes los obtuvimos en 2012, al publicar nuestro primer artículo con un método de diagnóstico del TDAH basado en medidas de actividad en los niños.

-Se trata de un trabajo a largo plazo, ¿en qué momento se encuentra?

-Seguimos trabajando en la mejora y validación del método, así como con la extensión al seguimiento de tratamientos y al uso de dispositivos como smartphones para la monitorización. Es un campo abierto en el que hay muchas posibilidades de investigación, y seguiremos con él mientras podamos innovar.

-¿Cuál es el objetivo principal de este estudio conjunto?

-La idea es conseguir métodos objetivos de ayuda al diagnóstico y seguimiento del TDAH basados en algoritmos matemáticos que procesen las medidas de actividad de los niños en determinados periodos de tiempo.

-¿Qué métodos se utilizan para lograr esa finalidad?

-Para monitorizar la actividad inicialmente utilizábamos actímetros validados clínicamente, cuyo coste limitaba la accesibilidad por parte de los usuarios. Ahora nos estamos enfocando al uso de tecnologías que tiene todo el mundo, como smartphones y monitores de actividad comerciales. Nuestro trabajo consiste en procesar las señales de actividad mediante métodos matemáticos para extraer índices informativos sobre el trastorno, que serán capaces de informar sobre si un niño sufre dicho trastorno y su evolución de forma objetiva. Los métodos diagnósticos utilizados presentan un alto grado de subjetividad, por lo que pretendemos contribuir a su mejora.

-¿Con qué población se está trabajando?

-Hemos reclutado más de cien niños, con edades comprendidas entre 6 y 14 años, diagnosticados de TDAH, además de un grupo de control equivalente sin la patología.

-¿Cuáles son los primeros resultados que se han logrado?

-Aparte de múltiples publicaciones, con presentaciones en congreso, tesis doctorales, artículos en revistas médicas y ponencias, desde el punto de vista clínico hemos publicado dos artículos tecnológicos de bastante relevancia en la revista Medical Engineering and Physics, publicación insignia del Instituto de Física e Ingeniería en Medicina británico (IPEM). El primero, en 2012, propone un método de diagnóstico basado en medidas no lineales de la complejidad de la actividad y en técnicas de aprendizaje automático capaz de conseguir una precisión superior al 90% sobre el grupo de estudio. La conclusión más relevante es que los niños con TDAH tienden a presentar patrones de movimiento más complejos en algunas ocasiones y repetitivos en otras. Otra conclusión interesante es la necesidad de evaluar por separado la actividad en diferentes partes del día. Por ejemplo, descubrimos que los niños con hiperactividad dormían mejor al estar más cansados. Un análisis global podía haber dado lugar a malinterpretación, pues el análisis durante el sueño hubiera arrojado actividad menos compleja. A partir de esta conclusión, y dada la dificultad de identificar manualmente los diferentes periodos de actividad, desarrollamos un nuevo algoritmo basado también en aprendizaje máquina para identificar automáticamente esos periodos. Este método lo publicamos en 2014 en la misma revista y por este artículo el IPME nos concedió el premio Jack Perkins 2015 al mejor artículo en ese año.

-¿Qué ha supuesto este reconocimiento?

-Este premio ha sido muy importante para nosotros. Por una parte, hemos recibido un reconocimiento a un trabajo de muchos años que siempre es de agradecer. Especialmente por un sector de la población que asocia a la Universidad solo la docencia. Esto se lo debemos en parte a la atención mediática que hemos tenido. Por otra parte, me ha resultado especialmente curioso el impacto que el premio ha tenido en el Reino Unido. He recibido llamadas de miembros del IPEM felicitándome por el premio. Fuera del ámbito profesional, amigos y familiares me han pedido el dispositivo para monitorizar a sus hijos. Esto indica la relevancia que el premio tiene para el desarrollo futuro de la investigación. Si nuestro problema era encontrar sujetos para el estudio, ahora llaman a nuestra puerta.

-¿Cuáles son las principales dificultades encontradas?

-Para este proyecto hemos conseguido financiación de diversas fuentes. Sin embargo, siempre existen dificultades inherentes a la realidad investigadora española que limitan las posibilidades de llevarlo a cabo de manera sostenida. Aparte de esto, hay dificultades clínicas y técnicas. Por una parte, nuestros primeros resultados nos hicieron ver que la actividad debía ser analizada por grupos de edad. Esto es, un niño de 14 años con TDAH puede moverse menos que un niño de seis sin el trastorno. Para llevar a cabo este análisis de manera estratificada, eran necesarios más pacientes y tuvimos que solicitar más financiación. Por otro lado, es bastante difícil reclutar niños diagnosticados con TDAH que no hayan sido tratados, requisito indispensable para poder llevar a cabo nuestro análisis. Esto hace que el trabajo de campo haya sido costoso en términos de tiempo y dedicación. El esfuerzo de nuestro equipo clínico en este sentido es loable.