Decía Susan Sontag, novelista y directora de cine estadounidense, que la fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. Si hay una mirada pura e inocente, que todavía no ha sido ensuciada por los prejuicios y aforismos que nos impone la sociedad, esa es la de los niños. El taller "Construye tu cámara y haz foto" aborda la acción fotográfica con niños entre 8 y 13 años.

La iniciativa veraniega organizada por La Photo Escuela, con el apoyo de la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Zamora dentro de la programación del Verano Joven, pretende trasladar los conocimientos básicos de la historia de la fotografía a los jóvenes participantes.

Al llegar al parque de Puerta Nueva se observa a los jóvenes Robert Capa dándose indicaciones los unos a los otros sobre tiempos de exposición, perspectiva y luz adecuada. Algún reportero patoso se pone donde no debe y recibe una reprimenda por ello: "Aparta que sales en la foto", nos regaña una niña que apenas supera el metro y veinte centímetros.

Los pequeños artistas están emocionados por la novedad y también ansiosos por explicar lo que están haciendo. Entre un maremágnum de gritos y "déjame hablar" se llega a escuchar las palabras "cámara estenopeica". ¿Que qué es esto? Mario, uno de los mayores se aventura a contarlo. Lo quieren explicar tan rápido que se interrumpen los unos a los otros, hasta que Markel, un veterano en cursos de fotografía a sus ocho años -lleva 3- pone un poco de orden. La cámara estenopeica es una caja estanca con un pequeño orificio por el que se cuela la luz y un material fotosensible en su interior que graba la imagen. Esto es la cámara estenopeica, aunque a decir verdad, parecen botes de colacao con los que te apuntan cual trabuco de Curro Jiménez.

A la pregunta de si alguno piensa dedicarse a la fotografía cuando sea mayor encontramos varios "a lo mejor" y una respuesta lapidaria: "A mí me gustaría ser fotógrafo de mayor, aunque también me gustaría ser el protagonista de Capitán América: Civil War", sentencia Markel. Sus compañeros le responden que para eso hay que estudiar, para ser fotógrafo claro; todo el mundo sabe que superhéroe se nace.

Una vez de vuelta en el estudio comienzan los procesos de revelado, hay que mancharse las manos. El profesor, Pascual Salvador, toma las riendas y comienza a organizar a los muchachos en grupos. Antes de entrar a la sala de revelado los jóvenes nos advierten del calor que hace en la sala, algo que pronto se les olvida cuando empiezan a manejar los productos químicos bajo la atenta supervisión del profesor. "Es el momento que más les gusta", confiesa Salvador. "Descubrir el resultado final, sabiendo que lo han hecho ello, les entusiasma", apunta el profesor de fotografía. Las cámaras contienen unos papeles impregnados de sustancias fotosensibles que pasarán por tres sustancias-el revelador, el baño de paro y el fijador- antes de obtener el resultado final.

Tras una jornada de trabajo, los fotorreporteros del futuro nos muestran sus imágenes en las que se reconoce un banco, un árbol, una farola o incluso Sultán el perro del profesor y musa principal de estos artistas zamoranos.