Ni la familia ni la policía. Nadie ha conseguido arrancar a la pareja, menores de 15 años de edad, dónde permanecieron ocultos, tras fugarse el lunes de sus domicilios. "Han sido casi tres días insoportables, muy angustiosos", confesaba la madre a los pocos minutos de tener a su hija, Nerea A.B. , ya de vuelta en casa. Tranquilos y sin señales de haber pasado dos noches a la intemperie -se sospecha que alguien les acogió en su casa-, los adolescentes regresaron ayer, hacia las 13.30 horas con los abuelos del chico, pero en actitud poco colaboradora, indican.

La madre, "derrotada", rompía a llorar cuando, en la mañana de ayer, seguía sin saber de su pequeña, la mayor de tres hermanos, desde el lunes a las 9.30 horas, cuando la dejó a la puerta del Instituto de La Vaguada. "Habíamos hecho un pacto para que pudiera continuar viendo a su amigo", el adolescente de 15 años con el que conoció hace diez meses, explicaba muy asustada la mujer, Eva B. B., vecina de Moraleja del Vino, a las pocas horas de lanzar a las redes sociales un mensaje para pedir ayuda, con la foto de la desaparecida .

Nerea solo tenía que cumplir con las normas y los horarios que su madre le impusiera, ese era el acuerdo para evitar su ingreso en un centro de convivencia, con la intervención de la Fiscalía de Menores. Pero ese lunes, el pasado día 18 de julio, los novios decidieron no regresar. Obsesionados con vivir su historia de amor, juntos día y noche, y ante la negativa de la madre de ella a consentir "hasta que, al menos, tenga 16 años", los dos menores de edad decidieron fugarse, en principio con la amenaza de quitarse la vida. Una amenaza, que añadió más aflicción a la familia de Nerea, de la que su progenitora supo tras recibir la llamada de un amigo de la adolescente, quien le indicó que "tu hija te ha dejado algo" en su habitación, oculto en la cama. "Era una carta de despedida, en la que me decía que no sufrirían, que no me preocupara" y relataba sus intenciones. La joven se había llevado una mochila, el carné de identidad, el móvil y el cargador. Su pareja, también, además de dinero que en su casa echaron en falta. Las siguientes 50 horas, hasta que los adolescentes decidieron responder a la llamada del abuelo del chico, fueron aterradoras para ambas familias, relata Eva, quien ha pasado las mismas horas en blanco, buscando, pidiendo ayuda y tratando desesperadamente de que su hija respondiera a sus múltiples mensajes de móvil y a sus llamadas. Pero "encendía el teléfono cada cuatro o cinco horas y lo dejaba muy poco tiempo operativo", suponen que para evitar que la Policía Nacional o la Guardia Civil pudieran localizarles, como así fue dúrate 48 horas, hasta que él decidió coger el teléfono a su abuelo y conversar con el. Para entonces, los menores estaban también asustados, "temen que les separemos", indicaba la madre de la menor, quien insistió en lanzar a su hija el mensaje de que "no pasará nada, solo queremos que volváis. No estamos enfadados. Estamos muy asustados. Volved".

La denuncia sobre la desaparición de la adolescente se produjo a las nueve horas de la fuga, a las 18.00 del lunes, en el cuartel de la Guardia Civil de Arcenillas. La familia del niño acudió, a su vez, a la Comisaría de Zamora, de modo que los efectivos policiales desplegaron sus medios para rastrear la ciudad durante la tarde de ese día, el martes y la mañana de ayer, miércoles, cuando intensificaron la búsqueda.

Los agentes realizaron batidas, sin éxito, en todos los lugares que los menores frecuentaban, como La Marina, el bosque de Valorio y una especie de cuevas que los niños conocían. Incluso bajo el puente nuevo, en Los Tres Árboles. La inquietud llegó a su máximo grado la madrugada del martes, cuando los adolescentes dejaron de conectar sus móviles.