El tono empleado por el acusado -que llegó a referirse a su exesposa como "esa zorra" al declarar ayer ante los magistrados de la Audiencia Provincial, no sin ser recriminado por el presidente de la sala, Jesús Pérez Serna- dejó constancia de lo que el abogado de la acusación denominó como un divorcio "tormentoso". El letrado acusó al procesado, que se quedó los 5.038,39 euros que debía a su expareja por impago de pensiones y que motivó un embargo judicial, de tener como "único afán cortar a su esposa cualquier medio de financiación". La mujer relató en el juicio que tenía una pensión de poco más de 300 euros y que los 90 euros que su exmarido debía pagarle al mes eran esenciales para su supervivencia, a la que tuvieron que ayudarle sus hijas porque el hombre no le pagó durante los cinco años posteriores a la sentencia de divorcio, en la que el juez estableció la pensión compensatoria. La mujer contó que "tenía más de 300 euros de pensión de una invalidez hasta los 65 años, después ya ni pensión, por eso me pusieron la compensatoria" en la sentencia judicial. Afirmó no haber podido disponer de los fondos que tenían "porque era de los dos, pero él fue sacando el dinero", entre ellos unos 40.000 euros. "No podía sobrevivir, las hijas me dejaron dinero". Su exmarido contó que "quieren verme en la cárcel" y por eso "mienten sin parar", "me están explotando".