Se recuerda abstraído por un juego que, con los años, se convertiría en su mejor terapia contra el estrés. Hasta donde le alcanza la memoria, Iván José Gómez Rojo creció apegado a sus piezas del Tente para construir grandes barcos, grandes ciudades. Tal fue su pasión que ha acabado trabajando en el sector de la construcción, como director financiero y cofundador de una empresa. Pero Iván no ha perdido el espíritu de aquel niño capaz de crear, de ordenar el revoltijo de piezas para levantar todo tipo de edificaciones. Ahora, con las de Exin Castillos, "el juego que nunca tuve de pequeño", como "constructor", como se denomina a quienes son capaces de reproducir maquetas a partir de esas piezas pequeñas de plástico.

La afición volvió a picarle en 2009, cuando por casualidad, "en casa de un familiar" se topó con un juego de Exin Castillos y comenzó a montarlo con los niños. Desde entonces, este zamorano de 41 años, vecino de Morales del Vino, no ha dejado de construir dioramas. El último, una reproducción de la catedral de Zamora y su claustro, y la iglesia de San Juan en un extremo en 10 metros cuadrados, ambas expuestas en el monasterio de Santo Domingo de la Calzada, con sus correspondientes leyendas, desde el 2 de mayo junto a otros monumentos religiosos realizados con el mismo sistema.

El conjunto se completa con la reproducción de una parte de Trascastillo y de la puerta del Obispo, con una zona de huerto y con 200 figuras humanas, "hay clérigos circulando y cultivando, un mercado, recreando un momento que imaginé de la Edad Media de Zamora". Detrás, 240 horas de trabajo, las que tuvo desde el desmontaje de la anterior obra, una ciudad romana que también estuvo expuesta en Santo Domingo en enero, con la que obtuvo el Segundo Premio del X Concurso Exin Castillos y Exin West de 2015, en la categoría de construcciones con más de 5.000 piezas: 35.000 en total y más de 1.200 figuras.

La seo zamorana, compuesta con 12.000 piezas, se puede observar con todo lujo de detalles, desde ventanas a dinteles que Iván pudo reproducir con su impresora con programa 3D que permite diseñar las piezas que la conocida firma no tiene, imprimirlas en plástico del mismo material. El característico cimborrio lo logró recrear íntegramente con ese sistema, "lo escaneé de uno de bronce, lo adapté a la escala y lo imprimí". De modo que, el visitante de la muestra puede llevarse una imagen fidedigna del principal templo de Zamora capital. Una construcción "complicada por los diferentes estilos que tiene, porque fueron adecuando las ampliaciones a los huecos que iban teniendo en la propia construcción inicial. Y no es lo mismo que reproducir una única construcción". Esto implica, además de documentarse histórica y artísticamente, "hacer matemática" y echar mano de la "intuición para que las piezas encajen".