Escritor y periodista, Miguel Segura ha acudido por primera vez al Congreso Sefardí de Zamora en su doble condición de investigador, chueta -descendiente de los últimos conversos judaizantes en Mallorca- y practicante del judaísmo.

-Háblenos de la comunidad chueta a la que pertenece.

-Fue una comunidad muy importante en Baleares que decayó hasta que solo quedaron quince familias que fueron exterminadas en los autos de fe de 1691 y 1693. Al comprobar por mis apellidos que pertenecía a este grupo, decidí trabajar e investigar para dignificar la minoría chueta.

-¿Qué le ha supuesto formar parte activa de este grupo?

-La mayoría de los chuetas hubieran pagado un impuesto especial para dejar de serlo. Cuando era niño, sentía desprecio en el colegio e incluso algunos de mis nietos lo han padecido muchos años más tarde. Ante esta realidad, una serie de personas hemos investigado y publicado trabajos y, finalmente, en mi caso particular, he regresado al judaísmo.

-¿Cómo ha sido ese camino?

-Hemos experimentado dificultades e incomprensión, incluso por parte de los propios judíos. Aunque históricamente no hacía falta, obtuvimos el dictamen de un importante rabino que prueba nuestra condición hebrea. Cierto es que entonces pensamos que nos estábamos arrojando al agua para cruzar a la otra orilla sin saber si acabaríamos ahogándonos.

-¿Siguen actualmente el ritual judío en Baleares?

-En Mallorca hay una comunidad judía fundada por hebreos extranjeros residentes que pertenece a la Federación y que nos ha acogido como miembros de pleno derecho tras una larga lucha.

-Este sentimiento de pertenencia le ha llevado a dedicar parte de su vida al estudio, conocimiento y divulgación de la fe mosaica?

-Toda mi vida. Tenía una noción básica de lo que era la identidad chueta porque mi familia lo era. Cuando entré a fondo en la cuestión, me di cuenta de que el mundo occidental no se puede entender sin la huella judía, dejando la religión para cada cual aunque finalmente me topé con la cuestión religiosa.

-Siglo XXI y se sigue hablando de antisemitismo. ¿Cómo lo ve?

-Hay que preocuparse y tener en cuenta que esto es la vieja lucha del fanatismo contra la razón. El judaísmo solo se consideró una religión en contraposición al cristianismo. Más allá de esto, creo que es una forma de entender la vida. Nunca se encontró a un judío intentando convencer a otra persona de serlo, pero sí hay otros que matan a los "infieles". Es la civilización frente a la sinrazón.

-¿Qué opina de las leyes españolas y portuguesas para reconocer la identidad sefardí?

-Está siendo bien acogida, sobre todo, por los hispanoamericanos que tienen dudas sobre su futuro. Creo, sin embargo, que aún es muy exigente.