Alfredo Alonso es una de las caras conocidas del Congreso Sefardí tras participar como organizador desde el inicio. En esta ocasión, este catedrático cubano residente en Estados Unidos se estrena como ponente en su especialidad: la figura del argentino Jorge Luis Borges y la vinculación de su obra con el judaísmo.

-En pocas palabras, ¿quién fue Jorge Luis Borges?

-Fue un escritor argentino que nació en 1899 y murió en 1986. Transformó la literatura latinoamericana y de lengua española, con la creación de un tipo de narrativa, un cuento, que él denominaba ficción. De hecho en su primer gran libro, Ficciones, mezcla el ensayo y el cuento. La renovación del género cuento fue una de sus principales aportaciones. Borges es muy conocido por su literatura fantástica que en aquella época, años treinta, se consideraba un género marginal. Tomó los géneros menores, el fantástico o el policial, y los convirtió en mayores, con una dimensión que no existía hasta la fecha.

-¿Cuáles fueron sus grandes obras?

-Ficciones (1944), El Aleph (1949) y el libro de ensayos Otras inquisiciones (1952). De Borges también nos ha quedado la discusión sobre la literatura o la lectura. Como ejemplo, el cuento llamado "Pierre Menard, autor del Quijote" en el que un escritor francés ficticio que escribe El Quijote pensando cada palabra de la obra original, pensándola de nuevo. El narrador acaba justificando que la nueva novela es más rica que la primera, es decir, una gran broma. De hecho, el crítico Michel Foucault dijo que este trabajo es "una broma que todavía estamos aprendiendo a tomarnos en serio".

-¿Por qué se impulsó el Centro Borges?

-Por la importancia misma de la figura de Borges, que tuvo una enorme influencia, no solo en la literatura, sino también en la filosofía o en la ciencia. Llegó a profundizar en la teoría de los universos de la que tanto se habla ahora. La institución fue fundada en Dinamarca como un centro de estudios y documentación para compilar ensayos sobre Borges. Corrían los años noventa e Internet no estaba tan difundido.

-¿Cuál es el vínculo del autor argentino con la cultura judía, tema de su ponencia de hoy?

-Es uno de los escritores latinoamericanos que, no solo expresó abiertamente una simpatía por la cultura judía, sino que incorporó parte del conocimiento hebreo a su obra. Le interesaba mucho la cábala, el compendio de sabiduría mística nóstica judía compuesto por varios libros. Por ejemplo, le atraía la idea de los cabalísticas acerca del lenguaje utilizado en las escrituras, supuestamente perfecto. Borges decía que esta práctica podía parecer graciosa, pero si Dios escribía ese libro, ahí está contenida su esencia. Como el número de caracteres de cada alfabeto es finito, el escritor creía que podía hacer combinaciones hasta encontrar las palabras que Dios mismo usó para crear el mundo, y eso le daría ese poder de creación.

-¿Tenía el autor algún parentesco con los hebreos?

-Cuando Borges regresa a Argentina de Europa encuentra un nacionalismo de derechas en el que el antisemitismo es un componente central. Algunos escritores antisemitas publica un artículo en el que tacha a Borges de hebreo. El literato le respondió que, aunque tal circunstancia le habría alegrado mucho, después de investigar su árbol genealógico, no había encontrado tal parentesco. En todo caso, sostenía que si pertenecemos a la cultura occidental, todos somos griegos y judíos. Argentina era el octavo país en población judía y Borges entró mucho en debate sobre este tema. Durante la II Guerra Mundial, el antisemitismo se exacerbó y el escritor formó parte de organizaciones antinazis y luchó contra la "germanofilia" de algunos argentinos. Asimismo, fue un admirador del español Rafael Cansinos Assens, el escritor que descubrió ancestros hebreos y se convirtió al judaísmo.

-¿Cómo reaccionó Borges en los años treinta ante el antisemitismo?

-Él reaccionó frontalmente contra la idea de nacionalismo porque para él era un tipo de exclusión. Fue un hombre combativo y valiente, algo curioso porque el contexto argentino no favorecía opiniones como la suya. Había organizaciones parapoliciales que perseguían estas posturas.

-¿Qué admiraba el autor de la cultura judía?

-Lo que Borges admiró del judaísmo fue la capacidad de actuar dentro de una cultura sin sentirse atado a ella. Es decir, la libertad que permite un nivel de creatividad dentro de su propia religión. Borges pensaba, de hecho, que la creación del estado de Israel empobrecería el pensamiento hebreo al volverlo más nacionalista.

-¿Cómo ha visto el congreso, año tras año?

-Siempre he dicho que una de las cosas que más me han gustado de esta cita es que no es algo típicamente académico para la gente que conoce estos temas. Me llama la atención la cantidad de público que se interesa por la cultura judía. Y esta es la mayor recompensa del trabajo que estamos haciendo. La documentación que existe deja fuera de toda duda que Zamora fue clave en el mundo del Talmud y la Torá. Como reflexión: en Zamora debió de existir un centro muy importante para que una gran parte de los rabinos de la diáspora hayan salido de aquí. En eso, la ciudad se puede distinguir.