En el segundo día más señalado del año, celebración sobre el nacimiento del Bautista, la magnífica y emblemática iglesia de San Juan se vistió con sus mejores galas para albergar una histórica ilustración de la célebre y esperada Misa Flamenca. Experiencia única, y puede que con proyección de futuro. Gustó mucho, fue seguida con inusitada expectación y recibió un sonoro y prolongado aplauso, terminado por la modestia y sano rubor de los artistas sobre el altiplano del altar mayor después de varios minutos.

Juan Pinilla y David Caro han venido a lo que han venido. Una vez más, a impartir cátedra pese a su joven existencia. El reto se las traía: Hacer una Misa Flamenca sin misa. Es decir, sin oficio religioso. O lo que es lo mismo: La envoltura sin sustancia. Pues bien. La fórmula propuesta por el reverendo Narciso Jesús Lorenzo Leal ha resultado un acierto. Sobre todo por la buena labor de explicación -dirección, de estar y no estar, posicionándolos- a todos los presentes en la tragedia redentora de la Eucaristía. Del resto, con textos claramente ajustados a liturgia, se encargaron los artistas hasta diez veces.

Abren con aires de Levante, escorados hacía la cartagenera; siguen por tientos; esbozo, pero muy bien marcado de caña; continúan por tangos de Triana; Petenera, siguiendo claramente a Pastora, Niña de los Peines; granaina y media granaina; Solea, hicieron dos coplas de la mal llamada de Charamusco. Los Soler lo tienen claro. Esta soleá es de Antonio Mairena. Cierto es que los aromas y ligeros apuntes musicales los coge de Charamusco -suegro de Sernita de Jerez- pero, la curiosa realidad, es que se trata de una soleá de Triana. Charamusco, obrero de cuadrillas agrícolas en Jerez, la aprende de su manijero Juanichi, y este, con más posibilidades económicas y culturales lo hace de Curro Frijones. Y ¿De quién la coge Frijones? ¡De Paquirrí el Guanté! Finalmente, quien la rescata, reelabora y graba para la posteridad es el maestro de los Alcores.

Continúan con la cabal de Manuel Molina; alegrías rematadas por bambera. Con corolario final por vistosas bulerías.

En resumen, tras la actuación de este viernes, Juan Pinilla vuelve a confirmarse como uno de las grandes puntales para la actualización del flamenco partiendo de su esencia y devenir, por lo que es deseable que repita pronto en Zamora.