Con el nombramiento de José Luis Calvo Domínguez como nuevo director del Museo Etnográfico la Junta de Castilla y León y la Fundación Siglo han apostado por una línea de vanguardia en la gestión de una de las instalaciones culturales señeras en la provincia. "Pepe" Calvo, como todo el mundo lo conoce en Zamora es sin duda un enamorado de la Etnografía, además de contar con una amplia preparación en las más variadas materias, desde el Derecho a la realización audiovisual.

-Lleva tres años trabajando como abogado en Zamora, pero, entre otros estudios tiene formación directamente vinculada a su nuevo trabajo, ¿verdad?

-Realicé un curso de experto en gestión cultural bastante potente que organizaba la Confederación de Empresarios de Andalucía y las prácticas del master las culminé abriendo una empresa (fui el único alumno que lo hizo) de gestión cultural que funcionó muy bien hasta que empezó la crisis económica. Y mientras tanto me puse a estudiar Antropología. Al año de iniciar la carrera me concedieron una beca de investigación en un proyecto auspiciado por la Unión Europea, titulado "Tolerace: la semántica del antiracismo y racismo en Europa", un estudio de siete universidades europeas coordinado por Boaventura da Sousa Santos que es el sociólogo de moda en el mundo Iberoamericano.

-¿Qué le ha aportado?

-Me ha permitido desarrollar los conocimientos de Etnografía a un nivel internacional y digamos de última hora, con las últimas corrientes antopológicas lo que me enriqueció mucho los estudios.

-¿Por qué se presenta a la plaza de director?

-El primer impulso supongo que viene del apasionamiento por la materia, el interés que me suscita la Etnografía y porque vi que el perfil que yo tenía se ajustaba bastante bien tanto a nivel de formación como de experiencia laboral a los requisitos que pedían.

-¿Conocía ya el Museo?

-Me vine se Sevilla para acá y me colegié como abogado, llevo trabajando casi tres años en eso. Y por no desvincularme de la Etnografía y seguir un poco en el pálpito etnográfico les propuse poner en marcha una cosa que llamamos "Punto de fuga, diálogos para moverse en la posmodernidad".

-¿Cuál es su proyecto museográfico, que le ha valido la plaza?

-El jurado parece que valoró un cierto sentido innovador en la propuesta. Pretendemos incrementar el impacto multinivel del Museo, sobre todo enfatizando el nivel regional, pero no obviando en estatal e internacional y también amplificar lo etnográfico en un sentido muy amplio entendiendo la Etnografía como esa disciplina que nos permite hacer una reflexión más profunda sobre la condición humana. Y simplemente esto nos genera una infinitud de posibilidades de enfrentarnos a la programación de las líneas de actuación del Museo. Y un poco cargarlo de formatos culturales que acompañen, que den más valor a las acciones meramente expositivas intentando generar actividades que produzcan diálogo entre los participantes o visitantes y el propio Museo. Que el visitante o el participante sea agente de la construcción del museo como somos agentes de la construcción social los seres humanos.

-Una cosa es decirlo y otra lograr que el Museo no sea una institución muerta, sino algo con vida.

-Los modelos de gestión se pueden dividir entre los museos de la modernidad y el modelo posmoderno y simplemente ese enfoque hace que cambien mucho las dinámicas con los visitantes. No queremos detener el tiempo, ni los objetos, ni hacer discursos que esencialicen o reduzcan las cosas. Queremos ser conscientes de que la Etnografía estudia los procesos culturales, que son magmáticos, están vivos, se están creando continuamente y están pasando ahora. El mensaje es: nos vamos a estudiar a nosotros mismos, vamos a hacer un esfuerzo por entender y entendernos, que sea un espacio de descubrimiento y autodescubrimiento porque la etnografía somos nosotros mismos. Esa es la idea de actividad que tenemos, el museo posmoderno o de la tardomodernidad, es decir, que supere la concepción moderna del museo.

-El Etnográfico es un gran museo, pero no es el Guggenheim ni el Prado. ¿Se pude hacer buena labor en tiempos de crisis?

-Enfocamos la gestión desde la sostenibilidad, pero también con un modelo de gestión del cambio. Hay que tomar conciencia del contexto en el que nos vamos a mover, de crisis económica y estructural a nivel global del que quizá tardemos en salir o salgamos distintos. Esto va a implicar que tengamos que ser más creativos, que seamos capaces de articular formatos culturales más audaces, aunque por ello no deben de perder calidad. Las grandes películas del cine argentino han salido con el "corralito".

-¿Cual es la mayor potencialidad de este Museo?

-Su naturaleza etnográfica. Yo me di cuenta a la hora de elaborar el proyecto de que lo único que tenía que trasladar era la naturaleza de lo que es la Etnografía y la condición de la labor etnográfica. Trasladando eso al Museo me parece que se generan una infinitud de posibilidades y de puntos de vista que redundan en una de las cuestiones más vitales para la antropología que es el ser humano; la pluralidad es innata a nosotros no es fuente de conflicto. Como podemos llegar a estudiarnos a nosotros mismos, hacer ese ejercicio reflexivo, asumir las pluralidades desde otra de las grandes potencias que tiene la Etnografía que es la gran disciplina de generación de diálogo entre otras disciplinas, entre la sociedad, entre los agentes sociales.

-¿Con la globalización, que iguala las costumbres en todos los países del mundo, se acabó la Etnografía?

-Al contrario. La Etnografía tiene que ver con las sociedades exóticas, pero no sólo con ellas. La Etnografía es una ciencia que tiene dos siglos y ha tenido tres grandes crisis, las del objeto de estudio, el sujeto y el método. Nosotros no estudiamos solo las culturas exóticas, nos estudiamos a nosotros mismos y es el ejercicio poético de la antropología, extrañarnos de nuestra propia cotidianeidad. Esa perspectiva, entender así la Etnografía, va a enriquecer el Museo, va a dar capacidades.

-¿Todos los museos de la ciudad podrían jugar un papel conjunto?

-No estoy familiarizado con la gestión de otros museos. Pero en Zamora es necesario unir fuerzas, nadie puede estar en contra de esa idea.