Volvía de "recostarme en el pajar en casa, cuando me encontré con ellos al abrir la puerta. No venía del monte" aquella tarde del 13 de febrero de 2012. El testimonio del anciano para el que la Fiscalía exige ahora ocho meses de prisión por el incendio forestal provocado en Quintanilla de Justel, que arrasó en dos horas 1,2 hectáreas, dista con creces de la versión de los dos guaridas civiles.

Los agentes que detuvieron a quien resultó ser vecino de Quintanilla afirman que se toparon con él cuando regresaba de la misma dirección en la que detectaron el foco del fuego a diez metros de las casas y con un frente ya de 15 metros, en un año en el que la Guardia Civil decidió intensificar la vigilancia en la comarca de Sanabria. La multitud de incendios registrados de forma continua en cinco meses llevó a crear patrullas de camuflaje: una de ellas localizó hacia las 20.45 horas al procesado, que se dedicaba al ganado y tenía una huerta en una finca cercana a la incendiada. El incendio había comenzado hacía escasos minutos.

La última explicación del imputado, de iniciales F. D., no coincide con la ofrecida cuando los dos agentes le preguntaron por qué tenía los pantalones mojados en la parte baja de las piernas, a lo que respondió al ser detenido que había estado tumbado en la finca en la que tenía plantados repollos. Ayer lo negó. Otra de las contradicciones que puso de relieve la fiscal durante el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal fue la actitud del hombre cuando niega ser fumador, pero se le encuentra un mechero, del que "dice que no es suyo, que no sabe" por qué lo tiene.

Durante su declaración, los agentes explicaron que fue preciso aplicar "una fuente de calor continuada" al montículo de restos de poda y de desbroce donde comenzó el fuego, dadas las condiciones medioambientales de la época del año en que se provoca, en invierno, cuando el paraje está verde, hay mucha humedad y las temperaturas son bajas.

El atestado de los guardias civiles fue fundamental para que la Fiscalía pudiera imputar al vecino de Quintanilla el delito por el que también se exige una multa superior a 2.000 euros. El procesado se mostró vehemente al final del juicio para negar relación alguna con el siniestro, detectado en una finca de la que no es titular, resaltó su abogada.

La defensa exigió su libre absolución porque "no existen pruebas que acrediten que fue el autor, solo indicios porque se acogió a su derecho a no declarar cuando fue detenido". La letrada incidió en que el fuego se produce cuando su cliente ya no está en la finca, puesto que "ha tenido que pasar tiempo desde que se genera hasta que se descubre". Los agentes solo creen que es él "porque tienen que encontrar un culpable porque había habido varios incendios forestales", concluye.