Durante 15 días y un total de 55 horas, una menor de edad dejó de ir a clases, a pesar de que su madre llegó a firmar un autorización para que no saliera del centro escolar en el que cursaba 2º de la ESO, tras ser advertida de las frecuentes ausencias de su hija. La mujer, que vive sola con la menor y que trabaja durante una amplia jornada, se enfrenta ahora a cuatro meses de prisión, acusada por la Fiscalía Provincial de haber incumplido con la patria potestad, que le obliga, entre otras cosas, a garantizar la educación de su hija, un derecho recogido por la Constitución española.

La menor regresaba con su madre a la hora de comer, a las 14.30, al lugar donde la mujer trabajaba durante toda la mañana. El abogado de la procesada ha pedido la absolución porque "la niña hacía caso omiso de las indicaciones de su madre y se iba del colegio" sin obedecerle.

De hecho, la adolescente declaró ayer, en el juicio contra su madre, que esta le decía "que tenía que ir a clase porque, si no, me perjudicaba", pero "yo no iba". La Fiscalía mantuvo la petición de cárcel por considerar que la mujer incumplió las obligaciones por desconocer que su hija no iba al colegio, situación de la que la Comisión de Absentismo Escolar había informado a la Fiscalía de Menores.

La madre aseguró en el juicio que no tenía ni idea de que su hija no fuera a clases y que cuando lo supo tomó medidas, como autorizar al centro a que no se la permitiera abandonar las instalaciones, además de llevarla personalmente al colegio cada mañana. La estudiante confesó ante la fiscal y la magistrada de lo Penal que el centro se puso en contacto con su progenitora, pero "no pudo hablar con ella porque yo di un número de teléfono que ella no utilizaba para que no me pillaran". La niña corroboró que su madre "me llevaba todas las mañanas al centro a partir de que se enteró de que no iba a clase" y que, incluso cuando autorizó al colegio a que no la dejara salir del recinto escolar, "yo me iba".

El abogado de la mujer incidió en que no existen pruebas de que hubiera un abandono "permanente y persistente en el tiempo" por parte de la progenitora. En todo caso, hubo "un incumplimiento esporádico" del deber de vigilar que acudiera al colegio, pero que toma medidas en cuanto sabe lo que ocurre. Pero "no podía estar a la puerta del centro, como un gendarme porque tenía que trabajar", concluyó el letrado.

Los centros tienen obligación de informar a la Comisión de Absentismo de las ausencias de alumnos a las clases, ante lo que se toman medidas para que los padres reconduzcan la situación y, si persiste, se comunica a Fiscalía de Menores.